El Cairo.- La invasión encabezada por Estados Unidos y Gran Bretaña a Irak, que comenzó el 20 de marzo de 2003, llevaba el nombre de "Operación Libertad Iraquí". Para muchos iraquíes, el término " libertad", que en árabe es " hurriya", tiene desde entonces un sabor amargo.
Cuatro años después de la guerra, que llevó al derrocamiento del régimen de Saddam Hussein, es difícil encontrar en Irak una persona que pueda hacer un balance positivo de esta misión militar. El odio contra las "tropas de ocupación" estadounidenses atrapó entretanto hasta a algunos que en el pasado apoyaban la guerra.
La violencia entre sunitas y chiitas es para muchos iraquíes una consecuencia de la invasión. Sólo los partidos kurdos y chiitas, que llegaron al poder tras la caída de Saddam Hussein, siguen sosteniendo hasta hoy que el precio que los iraquíes pagaron "para liberarse del tirano" no fue demasiado alto.
Entre ellos se encuentra Abbas al Bayati, quien ocupa un escaño en el Parlamento por la alianza chiita del primer ministro Nuri al Maliki. "Cuatro años después de la caída de Saddam, que ahora está en su tumba, en Irak hay libertad y democracia", dijo. Ni los "errores de los estadounidenses en Irak" ni la "mala situación de la seguridad" pueden destruir eso.
Por el brutal ex presidente, que fue ejecutado en la horca en diciembre de 2006, prácticamente nadie derrama una lágrima. Pero para muchos iraquíes, la vida bajo su régimen, dictatorial y torturador, pero también previsible, era más sencilla que en el "nuevo Irak", en el que la vida diaria está determinada por imprevisible violencia por parte de milicias partidarias, escuadrones de la muerte y grupos terroristas.
"En Irak dominan en la actualidad agrupaciones de tipo mafioso, lo que es peor que una verdadera guerra civil. La situación es tan embrollada que lo mejor que se puede esperar es el establecimiento de una dictadura militar en la próxima generación", manifestó un occidental conocedor de Irak.
Una opinión pesimista similiar la expresó Sir Jeremy Greenstock, quien viajó después de la guerra a Irak como enviado de Gran Bretaña. Àl acusa al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y al primer ministro británico, Tony Blair, de haber invadido militarmente al país sin tener un plan razonable para la organización de la posguerra.
Además, estaban tan cegados ideológicamente, que no escucharon los consejos de sus comandantes y diplomáticos en Irak. "La guerra fue un error grave, cuya víctima es el pueblo iraquí", dijo el ex ministro de Industria Osama al Nayafi, quien pertence al grupo de legisladores en el Parlamento de la secular Lista Iraquí de Iyad Allawi, que en el pasado respaldaba la guerra. "Tras la guerra, los estadounidenses no lograron establecer en Irak un sistema democrático. En cambio crearon formas de dominio que se basan en la pertenencia a un determinado grupo religioso".
Según estimaciones de la ONU, desde la invasión a Irak casi dos millones de personas fueron desplazadas. Y más de dos millones de iraquíes huyeron al extranjero. "Tenemos 1,3 millones de iraquíes en Siria, que huyeron del oasis de la democracia", explicó esta semana el embajador sirio en Washington. Lo que no dijo es que para Siria y otros países no democráticos en la región no les viene tan mal poder mostrarles a los opositores en el propio país a Irak como un escarmiento, según el lema: "Ustedes quieren democracia, bien, entonces habrá pronto aquí también ocupación estadounidense y atentados con coches bomba".