Rangún/Oslo/Tokio - Por tercer día consecutivo, las fuerzas de seguridad birmanas hicieron uso la violencia contra miles de manifestantes que, ignorando la represión de los últimos días, salieron hoy a las calles de Rangún, la antigua capital de Myanmar (ex Birmania), para protestar contra el régimen militar.
Diplomáticos occidentales confirmaron que hubo disparos, aunque algunas fuentes los atribuyeron a un acto de advertencia y otras a actos ofensivos contra los manifestantes. Hasta el momento no hay cifras oficiales sobre muertos o heridos en una jornada en que se cortaron las conexiones a Internet en un sospechado intento de las autoridades de evitar que se informe sobre los sucesos en el exterior.
Lieselotte Agerlid, una diplomática sueca, dijo hoy al diario Svenska Dagbladet en su edición on line que hasta 35 personas podrían haber muerto hoy a manos de las fuerzas de seguridad birmanas. La televisión local habló de diez muertos en las protestas del miércoles y el jueves, entre ellas un fotoperiodista japonés.
Diplomáticos occidentales en Rangún sospechan que la cifra podría ser considerablemente mayor y algunos hablaron de hasta 15 sólo en la jornada de ayer jueves.
Mientras tanto, las fuerzas de seguridad prohibieron el acceso a cinco pagodas y monasterios para evitar las manifestaciones en sus inmediaciones. Entre ellas las pagodas de Shwedagon y Sule, de las que surgieron las marchas pacíficas de los monjes en los últimos días.
Aunque en cantidades menores, varios cientos de personas, algunas armadas con bastones, desafiaron la prohibición del Ejército y se congregaron este mediodía cerca de la pagoda de Sule, aunque las protestas fueron visiblemente menos numerosas y conflictivas que las del miércoles y el jueves, afirmaron testigos.
La policía realizó disparos de advertencia al aire y lanzó gases lacrimógenos, obligando a los manifestantes a retroceder. Otras fuentes, sin embargo, hablaron de nuevas cargas contra los manifestantes, según declaraciones de testigos recogidos por la emisora La Voz Democrática de Birmania, con sede en Oslo.
La emisora de radio opositora dijo hoy que al menos dos monasterios fueron asaltados en la noche del jueves. También informó que en Mandalay, la segunda ciudad de Myanmar, los soldados de la 33 división se n egaron a cumplir la orden de disparar contra monjes y otros manifestantes, lo que llevó a hablar de signos de una posible división en el liderazgo militar del Ejército en torno a la gestión de la crisis.
Según información recibida en Oslo, una escuela situada cerca de la prisión Insein, tristemente célebre por sus torturas, fue acondicionada como centro de detención temporal, donde se encuentran recluidos al menos 300 monjes, según la emisora.
La radio continuó hoy confiando en la información que le llegaba desde su país, a pesar de que las conexiones a Internet con Myanmar se cortaron en lo que se sospecha como un intento del régimen de evitar que se transmita información y fotografías o grabaciones de video al exterior. Sin embargo, la compañía estatal de comunicaciones explicó que se rompió un cable submarino.
Para el fin de semana se esperan nuevas protestas, mientras la comunidad internacional repite sus llamamientos al fin de la violencia.
En enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, llegará el sábado al país para facilitar una desescalada de la situación. Hoy se reunió con funcionarios del gobierno de Singapur.
El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, hizo un llamamiento a la junta milita a un "diálogo constructivo" con Gambari, mientras la Casa Blanca había exigido a la junta militar que Gambari se reúna con todas las partes del conflicto, entre ellos líderes budistas, prisioneros y la premio Nobel de la Paz y ex líder de la oposición Aung San Suu Ky, desde años bajo arresto domiciliario.
El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra debatirá en una reunión extraordinaria convocada para el próximo martes los recientes acontecimientos en Myanmar, informó la Presidencia del Consejo. El encuentro extraordinario fue solicitado por la Unión Europea y apoyado por 17 de los 47 Estados miembro del Consejo.
En Tokio, el nuevo primer ministro de Japón, Yasuo Fukuda, instó hoy a China a utilizar su influencia sobre el régimen de Myanmar para ayudar a resolver la crisis y estabilizar la situación en el país.
Por otra parte, cientos de personas se congregaron ante la embajada birmana en Londres y en las calles de la capital británica para protestar por los sucesos y recordaron con un minuto de silencio a las víctimas en el país asiático. El premier británico, Gordon Brown, también condenó hoy la actuación de la junta militar y se mostró a favor de sanciones más duras por parte de la UE.
Fuente: DPA