Los seguidores del mandatario venezolano y candidato a la reelección, Hugo Chávez, y su contrincante Henrique Capriles Radonski desbordaron calles y avenidas de varias ciudades del país con sus actos de cierre de campaña para las presidenciales del domingo.
A pesar de la copiosa lluvia que caía sobre Caracas, cientos de miles de seguidores de Chávez llenaron varias avenidas del centro de la ciudad y permanecieron en el lugar para escuchar al presidente que busca la reelección para encadenar 20 años en el poder.
"¡Viva la lluvia! Pero, mira, mira, cómo se ve toda la gente allá. ¡Llegó la avalancha bolivariana a Caracas y llegó el palo de agua, compadre!", dijo el mandatario, refiriéndose al aguacero, apenas se subió a una tarima en la avenida Bolívar con una camisa azul oscura que en segundos quedó empapada.
Cuando ya la lluvia menguaba, Chávez dio inicio a una caravana, en compañía de sus hijas y algunos colaboradores por el centro de la ciudad y en medio de una marea roja -el color del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)- que le saludaba y aupaba a su paso.
"Estoy apoyando al presidente porque estoy agradecida por todas las cosas buenas que ha hecho en mi país, las misiones (programas sociales), la ayuda al pueblo, las viviendas", dijo a la AFP Evelyn Bracamonte, una caraqueña de 30 años, convencida de que Chávez ganará "por mucho" los comicios.
Por su parte, Capriles culminaba su frenética campaña casa por casa visitando los estados Cojedes (centro), Apure (suroeste) y finalmente Lara (noroeste), donde es esperado al final de la tarde para tener un último contacto con sus seguidores.
"Que aquí nadie se quede sin votar, pero que todos ustedes lleven también a otras personas a votar", dijo Capriles a sus seguidores en la primera parada de este jueves en la ciudad de San Carlos, Estado Cojedes.
Desde allí, el candidato opositor también aseguró que varios empleados públicos de la zona le habían escrito para decirle que querían recibirle pero no podían porque estaban en la concentración chavista en Caracas, "porque el gobierno, para llenar sus actos, usa a los funcionarios", acusó.
"A partir del próximo domingo aquí nadie va a tener que ponerse la franela de un color para poder ejercer sus derechos", dijo Capriles, antes de asegurar que llegó a este último día de campaña con "un dolor muscular fuerte" en la espalda, por lo intenso de su actividad.
Desde la mañana de este jueves, en las calles de la capital venezolana se observaron grupos de personas con camisetas rojas reuniéndose en distintos puntos para luego ir a la concentración oficialista, e incluso en el metro se apretujaron los seguidores de Chávez, que sonaban pitos y gritaban consignas.
Ya desde el mediodía, las avenidas del centro de la ciudad estaban colmadas de personas con franelas rojas -algunas de empresas estatales como Petróleos de Venezuela y muchas otras con el rostro del mandatario- y grupos musicales amenizaron la espera de varias horas.
Cuando aún el gigantesco acto oficialista en la capital estaba en pleno auge, Capriles cerraba su segundo acto de la jornada en Apure. Allí, pidió a sus seguidores "dejar a un lado la división, la confrontación y la pelea", a la vez que les aseguró que ganará los comicios.
Capriles, de 40 años y ex gobernador del populoso estado Miranda (norte), ha recortado en las últimas semanas la brecha con Chávez, aunque el candidato oficialista, de 58 años y desde 1999 en el poder, sigue siendo el favorito según las últimas encuestas.
Desde el comienzo de la campaña en julio, Capriles ha protagonizado un activo recorrido por más de 300 pueblos, mientras Chávez ha incrementado el ritmo de campaña en los últimos días, cuando lanzó su llamada "ofensiva final".
Así, desde el lunes el mandatario visitó seis estados en una gira que le llevó desde su natal pueblo de Sabaneta (Estado Barinas, suroeste), hasta Caracas para el cierre de este jueves.
El próximo domingo casi 19 millones de venezolanos están convocados a votar con un sistema automatizado.
Las clases están suspendidas en todo el país desde el martes y de viernes a lunes se hará efectiva la suspensión del porte de armas y la prohibición de venta de bebidas alcohólicas, mientras que las policías permanecerán acuarteladas.