INTERNACIONAL

Combate sin gloria

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La Gran Guerra fue la más sangrienta que el mundo hubiera conocido y su influencia se hizo sentir en todos los ámbitos de la vida. Cambió la percepción humana sobre el progreso, la ciencia o la democracia; redefinió el concepto de patria y dio un nuevo papel al Estado. Despojó al combate de gloria. Devoró una generación de jóvenes en los países beligerantes y sembró de muertos hasta tal punto los campos de batalla –en Flandes, en Prusia, en Africa, el Atlántico Sur o en Medio Oriente– que los países debieron crear la figura del “soldado desconocido” para honrar a los millones de hombres caídos y jamás identificados. Movilizó 65.000.000 de soldados; provocó la muerte de al menos 9.000.000, a un ritmo de 5.600 por cada día de combate, y dejó otros tantos heridos y mutilados. Hay quienes ven el conflicto como trágico e innecesario; otros, como inevitable. El desconcierto que se apoderó de sus protagonistas, que marcharon a una guerra que imaginaban breve y dinámica, y se enfrascaron en una carnicería que duró más de cuatro años, hace lo propio hoy con quien se asoma a la crisis de julio de 1914 y observa cómo la Europa civilizada, que había alcanzado un progreso científico, cultural y económico único en la historia, se encaminaba a una guerra salvaje que la devolvería a los tiempos medievales.

*Autor de Todo lo que necesitás saber sobre la Primera Guerra Mundial (Paidós).