INTERNACIONAL

Cómo se vivió en EE.UU. la noticia de la muerte de Bin Laden

Aplausos, bocinazos, banderas del país y muchos jóvenes en las calles.

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Eran las diez de la noche en Houston, Texas, y en los los restaurantes apuraban a sus comensales tardíos para cerrar. Un partido de baseball en la TV y pocos negocios abiertos se ponían de acuerdo para crear un típico feriado por el Día del Trabajador. Pero no sería por mucho: los celulales comenzaron a sonar entre los pocos que quedábamos en el restaurante, con un mensaje que paralizó a muchos, incluida a la simpática mesera que se demoró en traer la cuenta: "Osama Bin Laden ha sido eliminado, el presidente de los Estados Unidos hablará en unos momentos".

Al arribar al hotel, cerca del centro de esta ciudad que se considera así misma la capital mundial de petróleo -y justamente en Texas, el estado de la familia Bush-, vimos desde el lobby, en alta definición, cómo Obama anunciaba que efectivamente la persona responsable del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2011 había sido ultimado.

Nadie habló durante el discurso, salvo para pedir que aumenten el volumen, y mientras su comandante en jefe daba los detalles del operativo en Pakistán, se sentía cómo el éxtasis comenzaba a inundar el ambiente. Hubo aplausos al final, algún que otro bocinazo en las afueras de la avenida Westheimer.

Habrá sido así en cada vivienda de Estados Unidos, los de la costa este ya durmiendo y los de la costa oeste preparándose para cenar. Los jóvenes saliendo de inmediato a las calles, según mostraba la televisión, que programó ediciones de emergencia para cubrir semejante noticia. Jóvenes con banderas de Estados Unidos, algunos no mayores de 20 años, chicos de apenas nueve cuando las Torres Gemelas se desplomaron. Jóvenes convocados por la televisión frente a la Casa Blanca en Washington y Nueva York, hijos del yes, we can y de las redes sociales de Obamanía.

Pero no tanto en tierras de los Bush, tierras de petróleo y botas texanas, en donde la radio local hablaba ya esta mañana de que el petróleo caía tras conocerse la noticia un 2% y que Dios, finalmente, había hecho lo justo. Entre los texanos y los comentarios en todos los puntos del país, desde Alaska hasta Florida, el anuncio de la muerte de Obama permitió olvidar por un instante la crisis económica y los debates calientes del momento -desde el derrumbe del costoso sistema de salud o hasta el aumento del precio del pavo-. Todas las palabras del diccionario se transformaron de repente en una para los corazones americanos: justicia.

(*) Periodista del Diario PERFIL.
Especial para Perfil.com.

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