Recibió ocho doctorados honoris causa, inauguró una universidad y se interesó por las negociaciones sobre la minera Vale, pero también firmó camisetas de fútbol, repartió besos y abrazos e hizo reír a su auditorio con un relajado discurso en el Senado. El paso de Lula da Silva por la Argentina fue un verdadero show. Nadie quiso perderse la foto con el hombre que parece haber hallado la fórmula de la eterna popularidad, tanto en Brasil como en la región.
El ex presidente brasileño llegó al país en una visita organizada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara alta. Luego de haber participado el jueves junto a Cristina de Kirchner en la inauguración de una universidad del sindicato de los porteros, Lula fue distinguido en el Senado por las universidades nacionales de Córdoba, San Juan, Cuyo, La Plata, Tres de Febrero, San Martín y Lanús, y también por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Un récord.
En la ceremonia en el Congreso se lo vio emocionado pero distendido, siempre escoltado por el vicepresidente Amado Boudou y el senador Daniel Filmus. Por pedido de Lula, el espacio se dispuso para que no tuviera contacto directo con la prensa. Pero sí se abrazó con admiradores en busca de autógrafos y hasta se entretuvo con una casaca de Rosario Central que le acercaron.
“Pra você, Néstor”, exclamó al dedicarle los honoris causa a su fallecido amigo Kirchner. Fue justo antes de terminar con la parte escrita y protocolar de su discurso y pasar a otra espontánea, llena de anécdotas sobre su gobierno, que entretuvieron durante un buen rato a funcionarios, legisladores, embajadores latinoamericanos e intelectuales. Hizo eje sobre lo curioso que le resultaba que él, que nunca tuvo oportunidad de ir a la universidad, estuviera recibiendo ocho doctorados juntos.
Y también se rió un poco de los que se formaron en la universidad y no tanto en el barrio. “No tengo nada contra los economistas, pero me sorprende su extrema radicalidad: o tienen la solución para todo, o no pueden solucionar nada”, se mofó. Boudou, economista, se rió.
Antes de aterrizar en Buenos Aires, Lula pasó fugazmente por Mendoza, donde dialogó con el gobernador Francisco Pérez sobre la preocupación del Gobierno argentino por la retirada de la minera brasileña Vale de un yacimiento de potasio en la provincia. Según Pérez, el ex jefe de Estado habló en representación del equipo de la presidenta Dilma Rousseff.
Ya recuperado del cáncer, Lula volvió a la cresta de la ola. Las denuncias de la prensa brasileña sobre su presunta participación en el escándalo de corrupción del mensalão no le hicieron ni el menor daño a su imagen positiva. “La popularidad de Lula no cayó durante todo el juicio del mensalão –dijo a PERFIL Pablo Gentili, secretario ejecutivo de Clacso y organizador de la visita de Lula a la Argentina–. Durante ese proceso incluso aumentaron las afiliaciones al Partido de los Trabajadores (PT), cuya figura política por excelencia es Lula”.
La reciente decisión de la Justicia brasileña de abrir una investigación preliminar sobre Lula tampoco hizo mella en su imagen. “El Ministerio Público inició un proceso para investigar su supuesta participación en el mensalão, pero los datos disponibles al público no tienen la fuerza suficiente para afectar su popularidad –señaló a este diario Rafael Cortez, director de la consultora brasileña Tendências–. Aunque no competirá en los comicios, las encuestas reflejan que tiene una intención de voto mayor que Dilma, de cerca del 60%”.
Lula sostiene que las críticas a su figura y las denuncias de corrupción sólo son parte de un microclima mediático. “La prensa sigue hablando mal de mí y de Dilma. Es increíble, nuestra prensa está exiliada dentro de nuestro propio país”, aseveró el jueves junto a CFK, a quien le dejó un mensaje: “Cuando los gobiernos construyen justicia social, pueden venir todos los canales de televisión a decir lo contrario, pero eso no se olvida”. Con 80% de popularidad, es fácil decirlo.