En historia de las relaciones internacionales la estrategia de buscar enemigos comunes para generar marcos de cooperación es tal vez uno de los mecanismos más tradicionales y los registros históricos demuestran que cuando menor es la asimetría de poder entre las grandes potencias, mayores son las tensiones que emergen. Volviéndose en consecuencia más inestable al sistema. La puja hegemónica entre Estados Unidos y China vuelve a dividir las aguas entre quienes hablan de un “inexorable conflicto” y aquellos que albergan la esperanza de construir una “comunidad del Pacífico”, como otrora sucedió sobre el Atlántico. Pero la lógica de la transnacionalización y la globalización hacen que el sistema ya no pueda definirse en meros términos de un sistema interestatal. Hoy pensar el mundo en términos bipolares implica dejar fuera del sistema una vasta cantidad de actores con capacidad para incidir de forma determinante en él.
El déficit comercial estructural de Estados Unidos respecto China se remonta a los días de Reagan y todas las presidencias posteriores lo han heredado sin poder resolver. La relocalización productiva hacia China y la destrucción del tejido industrial norteamericano explican gran parte del declive económico de Estados Unidos. Es decir, la posición internacional de ambos países hoy es muy distinta a la que tenían por aquel entonces en la década del ochenta. China ha devenido en una gran potencia y disputa -si acaso no posee ya- el puesto primer puesto como economía más importante a nivel mundial. Consciente de que en una negociación bilateral la simetría de poder es menor, la Administración Biden toma distancia de su predecesora y busca reactivar los sistemas de alianzas multilaterales y bilaterales para contener lo que parece ser inevitable: la fase final del ascenso de China. Mientras que la Casa Blanca busca revitalizar las alianzas tradicionales en el Pacífico con Japón y Corea del Sur, simultáneamente, buscar reflotar su vínculo trasatlántico en el marco de la OTAN y así contar con el apoyo europeo.
¿Qué es lo que Washington no parece ver? China ya es el primer y segundo socio comercial de la gran mayoría de sus aliados. Beijing ha sabido valerse de su estrategia de “ascenso pacífico” y “going global” para reposicionarse internacionalmente. Hoy la mayoría de los países no están discutiendo si entrar o no a la iniciativa china de “la Ruta y la Franja” sino en qué términos ingresar. No nos olvidemos tampoco de la iniciativa de China de crear la Asociación Integral Regional que excluye a Estados Unidos de un acuerdo comercial con las economías que representan un tercio de la economía global y treinta por ciento de la población mundial. Acuerdo que incluso incluye a tradicionales socios y aliados de Washington como Japón y Corea del Sur y que implica nada menos que una reducción arancelaria y de cuotas para el 60% de los productos que se intercambian. Más aún, le guste o no a la Casa Blanca, China es un actor clave en la gestión internacional del control armamentista, la problemática del cambio climático y hasta en la lucha contra el terrorismo internacional. Finalmente, China es el principal tenedor de bonos del tesoro norteamericano y esto genera una importante interdependencia que tiende a disminuir la eventualidad de un conflicto real entre Washington y Beijing.
¿Cuál es la brecha real hoy entre Estados Unidos y China en meros términos militares? Según datos del Instituto para la Paz Internacional de Estocolmo Beijing no superaría las 300 Ojivas nucleares, mientras que Washington cuenta con casi 6.000. Según la misma fuente el presupuesto militar de Estados Unidos en 20198 fue de 649mil millones de USD (36% del gasto mundial). China por su parte es el segundo país más importante de este ranking y gastó 250 mil millones. Es decir, el presupuesto de Washington fue más de 2 veces mayor al chino. Donde más ha acotado la brecha China es en materia de submarinos con capacidad nuclear y de 2011 a esta parte se destaca su capacidad de acción global por medio de portaaviones. Beijing ya cuenta con dos y está construyendo el tercero. Pero Estados Unidos cuenta con 11 portaaviones. De modo que, la capacidad militar de Washington hoy, le guste o no a quien valore la cuestión, continúa siendo ubérrima respecto del resto de los países del mundo.
¿Es inexorable el conflicto entre China y Estados Unidos? Hoy sigue siendo poco probable. Porque el costo de enfrentarse sigue siendo inaceptable para ambos actores. Y también por la mutua dependencia para gestionar cuestiones del orden internacional. No obstante, nunca antes el mundo había experimentado cambios tan acelerados. La gestación de la Primera Guerra Mundial fue aproximadamente de 10 años si contamos las crisis balcánicas y marroquíes. La gesta de la Segunda Guerra Mundial de unos 7 años, si consideramos la invasión japonesa a Manchuria y la salida de Alemania de Sociedad de Naciones. Hoy puede que en solo pocos meses se desarrollen los factores y acontecimiento necesarios para un precipitar un conflicto global a gran escala. Entonces aquí subyace otra pregunta: ¿Qué posición tendría que adoptar la República Argentina en caso de un conflicto entre Estados Unidos y Washington? Ciertamente esto que es un escenario de baja probabilidad, pero de un impacto tremendo. Y ya debería estar siendo considerado en el Palacio San Martín.
(*) Director del Centro de Estudios Legales Políticos y Económicos de Asia de la Escuela de Gobierno en la Universidad Austral.