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Dilma hizo la “gran Brasil” y se fue a Davos a seducir a inversores

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afp desde Davos

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, tentó ayer a la elite mundial de los negocios reunida en Davos, Suiza, a invertir en su país, y para ello hizo gala de un amplio programa de expansión económica apoyado en el crecimiento de la clase media. En su discurso pronunciado en el Foro Económico Mundial, la mandataria detalló una vasta “estrategia a largo plazo centrada en inversión, educación y productividad”.
Al lanzar su invitación a la inversión, Rousseff presentó como uno de los principales incentivos el propio mercado interno de Brasil, en aumento gracias a la incorporación de 42 millones de personas a la clase media en la última década. Para la jefa de Estado, el éxito de los planes económicos de Brasil en los años venideros “estará asociado a las alianzas con inversores de Brasil y todo el mundo”.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) había estimado en octubre que, para aumentar su crecimiento a un 3,5% del PBI, Brasil “debe abrirse a la inversión, en particular en las infraestructuras, y aumentar su productividad”. La mandataria enfatizó el papel importante que debe jugar el sector privado y enumeró en detalle los proyectos en los que éste ha participado en su país: aeropuertos, puertos, ferrocarriles y energía, entre otros.
La activa presencia de Rousseff en Davos contrastó con la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien tampoco envió a otros funcionarios del gobierno nacional al Foro. Quien sí estuvo allí fue el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri.

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Rousseff también buscó llevar tranquilidad sobre los efectos que la retirada de estímulos económicos en los Estados Unidos, motivada por una progresiva recuperación, tuvo en Brasil. El año pasado, el real se depreció un 12,96% respecto al dólar en medio de una importante fuga de capitales.
Según Rousseff, dicha retirada “expresa una tendencia a la recuperación” y, por más turbulencias que haya, “las reservas de 376 mil millones de dólares son una garantía contra la volatilidad”. La economía brasileña, la séptima del mundo, pasó de un espectacular crecimiento de 7,5% en 2010 a 2,7% el año siguiente y a un pobre 1% en 2012.

En medio de una elevada inflación (5,91% a fines del pasado año), que ha llevado al Banco Central a elevar su tasa directriz al 10,5%, Brasilia se esperanza con un crecimiento de 2,3% para este año.