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Dilma y Cunha se enfrentan en una lucha sin cuartel

La Cámara de Diputados puede impulsar el juicio político contra Rousseff que, a su vez, puede ser la salvación del titular de la Cámara ante las denuncias que enfrenta.

¿Beso? La presidenta y el líder de Diputados en un acto reciente. Su enfrentamiento divide al país.
| Cedoc

Desde San Pablo

Sin abandonar la posibilidad de una solución negociada, el Palacio del Planalto y el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, han desatado una pelea de vida o muerte en Brasilia.
Cunha tiene en sus manos nueve pedidos de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff y puede, en cualquier momento, poner en marcha el juicio político contra ella.
El Planalto, sin embargo, puede ser la última esperanza de salvación para Cunha, acusado por la Justicia de mantener en secreto US$ 2,4 millones en bancos suizos.

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Zona gris. Esta disputa hace del escenario político de Brasil una zona todavía más gris. La condena unánime de los jueces del Tribunal de Cuentas al manejo fiscal del gobierno en 2014 ha reforzado los pedidos de impeachment. La reforma ministerial promovida por Dilma, a su vez, no se ha revertido en apoyo de rebeldes del oficialismo, que han impedido dos votaciones de interés del gobierno en el Congreso. Resultado: dos puntos para Cunha.
El presidente de la Cámara, sin embargo, todavía no se ha movido. Pero en una reciente entrevista periodística advirtió que no va a olvidar sin más  los pedidos de impeachment y prometió una decisión
en breve sobre el más consistente, firmado por el  prestigioso jurista Hélio Bicudo, un ex petista. “¿Qué presidente de la Cámara dejó en el cajón de su escritorio un pedido de impeachment? –preguntó Cunha en la entrevista–.  No hay un solo caso. No tengo el derecho de hacerlo. Es mi obligación funcional y la voy a cumplir”.
 
Denuncia. En el Palacio del Planalto se evalúa que todavía hay chances de diálogo con Cunha, convertido en enemigo de Dilma desde las primeras denuncias que enfrentó por su participación en el escándalo de Petrobras. La denuncia de Suiza ha sido bienvenida: un punto para el Planalto, que maniobró también para bajar el tono de otras acusaciones de corrupción, dirigidas contra el presidente del Senado, Renan Calheiros, un aliado más “confiable” que Cunha.
Para los aliados de Dilma, Cunha se preocupa por su supervivencia política y como presidente de la Cámara. Si pone en marcha el juicio político, dicen, va a “quemar los puentes” y “prender fuego en su propia ropa”.

Gestión. La misión de convencer a Cunha de adoptar una actitud más moderada le fue dada al petista Jaques Wagner, nuevo ministro de la Casa Civil, y muy cercano a Lula da Silva. Wagner ya estuvo en la casa del presidente de la Cámara la semana pasada.
Pero los defensores del impeachment también presionan, y por decenas han desfilado por la casa de Cunha  después de la decisión del TCU. En paralelo, la Orden de Abogados de Brasil (OAB) y el partido Red de Sustentabilidad, de la ex candidata presidencial Marina Silva, se han sumado al coro pro impeachment.