La “tormenta perfecta” que se ha abatido sobre Donald Trump –y sobre los Estados Unidos- no cede, a poco menos de cien días de las elecciones del 3 de noviembre, que el presidente “sugirió”, pero luego se retractó, postergar, por problemas logísticos y riesgo de fraude..
Mientras el país sigue firme como el más golpeado por el Covid-19 y no deja de batir récords de contagios y de muertes, la economía sufre un desplome impresionante, con una caída anualizada de más de 30 por ciento del PBI.
La campaña del presidente enfrenta un panorama desolador, con la pandemia, la economía en recesión, tensiones raciales y una sorda pero creciente resistencia entre los republicanos a medida que las encuestas muestran que peligran varias bancas en el Senado.
“Lo de Trump es complicado”, dice a PERFIL el analista chileno Patricio Navia, profesor de la Universidad de Nueva York. “Sus chances son muy malas, pero no tanto por los costos de la pandemia en términos de vidas. El problema de Trump es que no puede hacer campaña en público”, explica.
“Trump dio vuelta la elección de 2016 con sus shows en público. Si sigue corriendo el reloj para la elección y la pandemia sigue haciendo imposible los actos públicos, va a estar en serios problemas. Nada de lo que haga puede igualar su enorme capacidad de movilizar gente en sus actos. Sin eso, su atractivo disminuye mucho”, agrega Navia.
Pese al poco tiempo por delante ante los comicios, Trump decidió días atrás reemplazar a su jefe de campaña, Brad Pascale, luego del desastroso acto en Tulsa. Su sucesor, Bill Stepien, suspendió ayer todos los avisos televisivos a la espera de rediseñar una nueva estrategia.
“Con el cambio de responsable, es comprensible revisar y ajustar la estrategia”, dijo una fuente de la campaña al New York Times. “Volveremos a emitir avisos en breve”, agregó.
Foco. Con su campaña “recalculando”, desviar el foco de los problemas que acechan al país le permite al presidente y a su equipo “ganar tiempo”, hasta encontrar algo más que culpar a China por la pandemia y a los “radicales demócratas” por la violencia en varias ciudades.
Eso podría explicar que su “sugerencia” de postergar las elecciones, llegó poco después que se conociera que el producto bruto norteamericano sufrió en el segundo trimestre del año una caída de 9,5 por ciento, lo que proyecta un derrumbe anual del 32,9.
El presidente critica en particular la emisión de votos por correo que, a su juicio, harían que el resultado final de las elecciones se demore en conocer y abriría la posibilidad a fraudes.
"No quiero esperar para tener los resultados en semanas, meses y potencialmente años, podríamos no saber jamás quién ganó", advirtió ayer.
"Tiene sentido, no es política", agregó. “Quiero las elecciones, no quiero un retraso en el Día de las Elecciones, pero quiero el resultado", subrayó. "Todos saben que no funciona, haremos el ridículo".
"Tampoco quiero tener que esperar tres meses y luego descubrir que faltan las boletas electorales y que las elecciones no valieron la pena", dijo el mandatario a los periodistas. "Las boletas por correo generarán el mayor fraude”.
El riesgo es que las semanas que sigan al 3 de noviembre, en lugar de permitir una transición hacia un cambio de mando o un segundo mandato de Trump, se conviertan en un período de caos aun mayor que el que siguió a finales del año 2000 con la disputa por los votos de Florida entre George W. Bush y Al Gore.
Correo. La sugerencia de Trump de aplazar las elecciones presidenciales no tiene precedentes en la historia reciente de Estados Unidos, donde la fecha de los comicios queda fijada siempre para el primer martes de la primera semana completa del mes de noviembre.
Cambiar la fecha de una elección es prerrogativa del Congreso, donde la “sugerencia” del presidente recibió un rechazo bipartidista. Muy significativa fue la oposición de notorios republicanos, como los senadores MitchMcConell o Marco Rubio. ¿Harían lo mismo si Trump cuestiona el resultado de los comicios?
Los demócratas alientan a a sus electores ausentes a utilizar el voto por correo, lo que ha llevado a que este partido tenga ventaja por el momento en esta forma de voto.
En abril, la candidata liberal para el Tribunal Supremo de Wisconsin consiguió mejorar un 10 por ciento sus resultados en el voto por correo con respecto al voto presencial.
Con la pandemia aún vigente, destaca el politólogo Ignacio Labaqui, “es lógico esperar que muchos electores prefieran no asistir a los lugares de votación”.
Para el especialista Augusto Salvatto, “el presidente y sus asesores saben que retrasar las elecciones les convendría electoralmente para votar en un momento en que la economía esté ya más recuperada y dinámica”.
Salvatto también apunta a que es posible que “el voto por correo masivo movilice más algunos sectores que no se habían movilizado en 2016, cómo los latinos en Florida, o los jóvenes”, lo que perjudicaría a los republicanos.
Irónicamente, la Casa Blanca condenó ayer el anuncio de Hong Kong de que se aplazarán un año las elecciones legislativas en la ex colonia británica. “Es una medida que socava los procesos democráticos y las libertadores”, dijo la portavoz Kayleigh McEnany.