La temperatura rompió esta semana el termómetro político en Washington tras el fracaso en las negociaciones para aprobar el presupuesto de 2014. En los últimos cinco días, Estados Unidos perdió 1.500 millones de dólares por el cierre de la administración federal luego de que republicanos y demócratas no se pusieran de acuerdo para definir la asignación de las finanzas públicas. Cada día que pasa, Washington eroga trescientos millones por no llegar a un acuerdo, justo cuando la economía comenzaba a mostrar débiles síntomas de recuperación.
Según la agencia calificadora Standard & Poor’s, el cierre del gobierno de Estados Unidos causó que el PBI cayera ya un 0,3%. Pero, para evaluar qué costos puede acarrer el shutdown, es necesario remontarse a julio de 2011, cuando Estados Unidos logró un acuerdo de último minuto para aprobar el presupuesto y elevar el techo de deuda. En ese momento, aunque no se cerró la administración, el Dow Jones cayó un 14% y el país sufrió la primera degradación de su deuda por parte de S&P, que le quitó el histórico AAA.
Ante la angustiante situación presupuestaria, que obligó al gobierno a cesantear a 800 mil empleados, el presidente Barack Obama volvió ayer a arremeter contra los republicanos que controlan la Cámara de Representantes. “Vayan y voten. Paren esta farsa y pongan fin al shutdown ahora”, disparó. Aunque por ahora pierde en el plano legislativo, el líder demócrata apuesta a vencer a los republicanos en la opinión pública. “Hay que aprobar un presupuesto para nuestro gobierno. Prevengan el shutdown económico”, agregó Obama.
En tanto, los republicanos intentaron ayer descomprimir la presión aprobando una ley que garantiza que los empleados públicos que fueron enviados a sus casas sin remuneración percibirán su salario por los días que se extienda el cierre de la administración. La Casa Blanca y los legisladores demócratas también apoyaron la iniciativa, cuya votación en la Cámara Baja marcó el sorprendente resultado de 407 votos afirmativos y 0 negativos. Nada desdeñable para la época del shutdown y de la polarización política.
Ese gesto político invitó ayer a pensar que Estados Unidos no sólo logrará un acuerdo prespuestario, sino que también evitará la cesación de pagos. La fecha límite para elevar el techo de la deuda es el 17 de octubre, ya que ese día el país afronta pagos. En la semana, John Boehner, el líder republicano de la Cámara de Representantes, había insinuado que no permitiría que el país caiga en default, según informó el diario The New York Times.
“La visión del ala más dura de los republicanos es que este shutdown no pone en juego la economía estadounidense. Para los más radicales, es incluso una manera de proteger la economía de un crecimiento excesivo del Estado y de la deuda pública. Los republicanos más moderados entienden que es una trampa política porque es fácil que la opinión pública los culpe por este entuerto”, expresó a PERFIL Aníbal Pérez Liñán, profesor de la Universidad de Pitsburgh.
La gravedad de la situación hizo que el Tesoro de Estados Unidos advirtiera que, “en caso de default, la economía estadounidense caerá en una recesión que podría ser peor que cualquier otra desde la Gran Depresión”.
Mientras Obama y el ala dura del Tea Party quiebran lanzas, millones de personas temen que la polarización política en Estados Unidos los arrastre a una nueva crisis económica. Y ven con ansiedad cómo “la tierra de los libres y valientes” es cada vez más ingobernable.