INTERNACIONAL
diego sanchez, de chaco a florida

El argentino de Obama temió ser deportado

Señalado por el presidente de EE.UU. como ejemplo de inmigrantes, antes fue detenido por la policía y no podía estudiar. Su miedo a la deportación. Su padre aún es un indocumentado.

Un honor. Diego Sánchez muestra su título universitario. En muchos lugares no era aceptado.
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A Barack Obama le gusta apelar a historias de vida para impulsar sus proyectos políticos. En este caso, el protagonista fue un argentino. Con el objetivo de presionar para que los representantes y senadores aprueben la reforma migratoria, alabó a Diego Sánchez, un joven de 22 años que llegó a los 9 a los Estados Unidos, se graduó de la Saint Thomas University y es uno de los símbolos de la lucha de la comunidad latina. Según Obama, el joven, que ingresó al programa de acción diferida que le permitirá adquirir un estatus legal, “se enteró de que no tenía papeles cuando estaba en la escuela secundaria”. “El quiere contribuir con el país que ama. ¿Qué es lo más racional entonces para ayudarlo?”, se preguntó el mandatario.

Sin embargo, desde que llegó al país en 1999, Sánchez no vivió un sueño americano. Tanto es así que en una ocasión fue detenido por la policía, no fue aceptado por muchas universidades por ser indocumentado y varias veces temió ser deportado. “Cuando empecé a ir a la facultad tuve que manejar durante cinco años sin licencia. Sabía que corría riesgos. Pero era para ir a estudiar. La policía ve a un latino y hay mucha discriminación”, le contó a PERFIL desde Florida.

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Empezó a militar junto a otros dreamers –jóvenes que llegaron al país cuando eran niños y buscan ser legalizados con la Dream Act– cuando entró a la universidad. Junto a ellos “salió de las sombras”, como él mismo dice, y armó talleres para representar legalmente de forma gratuita a otros inmigrantes.

Antes de militar, temió en varias ocasiones ser deportado. “Cuando te detienen en Florida, te mandan a la Corte. Y sabés que Inmigración te está esperando afuera. En Alabama y Arizona es aún peor. El Estado le da el poder a la policía local para identificar a la gente que ellos piensan que está indocumentada”, confía Diego, uno de los 11 millones de jóvenes que pueden ser beneficiados por la reforma migratoria.

Sánchez dejó las sombras cuando ingresó en la Saint Thomas University. Ahora, tras anotarse en el programa de acción diferida lanzado para frenar la deportación de los dreamers, tiene un permiso temporal de residencia. Su madre y sus dos hermanas también tienen los papeles. Pero su padre aún no pudo escapar a las penurias que afrontan los indocumentados. “No creo que quieran deportarlo. Diariamente se está peleando en todo el país por personas que están por ser expulsadas. El activismo busca poner presión al gobierno y a los congresistas. El argumento es utilizar el mismo que tienen las autoridades: que la prioridad son los criminales. La misión es contar que estas personas pagan los impuestos, se portan bien y no cometieron crímenes”, explica con voz pausada.

Diego se siente mitad argentino y mitad norteamericano. Le gusta el folclore y el chamamé, y cuando siente nostalgia por los miembros de su familia que no ve hace tiempo escucha el himno nacional. Sin embargo, reconoce que Estados Unidos le ofreció nuevas oportunidades. Por eso, cuenta que le gustaría ser diplomático y mejorar las relaciones entre los dos países.

Aunque se siente honrado por haber sido citado por Obama, denuncia que hay muchos inmigrantes que son injustamente encarcelados cada día en todo el país. “Sabemos que las personas siguen siendo deportadas, muchísimas no tuvieron la misma oportunidad que yo, no pudieron egresar de sus estudios. La gente no sabe cuáles son sus derechos. Hay que educarlos y contar sus historias”, predica Diego, el argentino de Obama.