La desclasificación de documentos secretos estadounidenses arrojó luz sobre un encuentro con
ribetes disparatados entre la estrella del rock Elvis Presley y el presidente ultraconservador
Richard Nixon, ocurrido el 21 de diciembre de 1970. Esos documentos se expusieron en la Biblioteca
Presidencial Richard Nixon en California y fueron recogidos por la prensa este fin de semana.
A las 9.30 los agentes del Servicios Secreto observaron, casi sin creerlo, a un grupo
de individuos de extraño aspecto en la reja de la Casa Blanca.
"Llegó el Rey", le expresaron por teléfono a un sorprendido
Bud Krogh, asesor del entonces primer mandatario,
Richard Nixon. Krogh miró la agenda del día y dijo:
"Pero si hoy no esperamos a ningún monarca...".
Enseguida le replicaron:
"No, no. El Rey del Rock. Está aquí en la puerta".
Elvis Presley quería ver al presidente de Estados Unidos.
Pero, ¿por qué quería la estrella del momento ver al Presidente? Los informes internos de la
Casa Blanca, a los que tuvo acceso el diario español
El Pais y que publicó en su edición del domingo, señalan que Elvis, influenciado quizás
por alguna sustancia,
se había encaprichado con tener una insignia de agente federal de lucha
antidroga.
Los perplejos hombres del Servicio Secreto le pidieron que regresara a su hotel. Éste
les entregó entonces una carta, escrita a mano, tachones y con renglones torcidos, de cinco páginas
dirigida a Nixon. Allí expuso su admiración por el entonces presidente y
su preocupación por el creciente uso de las drogas entre los jóvenes, por el avance de la
cultura hippy, la ideología de izquierda de los estudiantes demócratas, el comunismo y los
movimientos de defensa de los derechos para los negros. "Puedo ayudar a este país al que
amo", le decía a Nixon, pero para eso necesitaba su ansiada chapa de agente federal.
A las 12.30 Elvis entró, probablamente bajo los efectos de pastillas, en el Despacho Oval
donde los esperaba Nixon con un traje gris oscuro. Los informes que conservan los Archivos
Nacionales sostienen que el artista habló de la mala influencia de los Beatles, que habían
ganado tanto dinero en Estados Unidos para luego volverse a Inglaterra y criticar este país.
Habilidoso políticamente, Nixon le otorgó una insignia improvisada dos horas
después.
Elvis le regaló a cambio una Colt 45 con siete balas de plata en el
cargador. Un fotógrafo inmortalizó el momento, aunque la reunión se mantuvo en
secreto hasta que el
The Washington Post destapó el encuentro un año después.