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El Petrolão enfrenta a Dilma con su principal aliado político

Tras la divulgación de los nombres de los 49 políticos involucrados, el PMDB responsabilizó a Rousseff por la decisión de la Justicia. La gobernabilidad de Brasil, en riesgo.

¿Divorcio en puerta?. Dilma y su vice, Michel Temer, en crisis por el Lava Jato.
| Cedoc

El gran sismo del Petrolão sigue sacudiendo con fuertes réplicas la política brasileña. Tras divulgarse, el viernes por la noche, los nombres de los 49 diputados, senadores y ex legisladores que habrían participado en el esquema de corrupción en Petrobras, una violenta guerra política parece haberse desatado en el corazón de Brasilia. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), principal aliado del gobierno de Dilma Rousseff, cuestionó duramente la investigación y fustigó al Ejecutivo. La reacción de la principal fuerza política del país amenaza no sólo la gobernabilidad –preside las dos cámaras del Congreso y ostenta la vicepresidencia–, sino también la supervivencia política de la presidenta, ante los fantasmas de un posible impeachment que la destituya de su cargo.

La mayoría de los apuntados por la Justicia son oficialistas o aliados del gobierno. Entre los nombres acusados por la Procuraduría General de la República figuran Eduardo Cunha, titular de la Cámara de Diputados, y Renan Calheiros, presidente del Senado –ambos del PMDB–. Además, otros dirigentes investigados son el ex presidente Fernando Collor de Mello, del Partido Laborista Brasileño (PTB); Roseana Sarney, hija del ex mandatario José Sarney, y Antonio Palocci, ex ministro de Hacienda de Luiz Inácio Lula da Silva y jefe de Gabinete de Dilma.

Las investigaciones, a cargo de la Corte Suprema de Justicia ya que los legisladores tienen fueros especiales, resquebrajan la unidad de la coalición que encabeza Rousseff. El Partido de los Trabajadores (PT) domina trece ministerios en el Ejecutivo –que concentran la mayor parte del presupuesto federal–, mientras que el PMDB sólo tiene seis, aunque tiene un porcentaje similar de bancas en el Parlamento. Según Márcio Grijó Vilarouca, politólogo de la Fundación Getulio Vargas, la agrupación aliada “está sobrerrepresentada” en el gobierno. “La presidenta tiene aversión a negociar con los partidos y adopta un perfil centralizador en la gestión del gabinete. Además, el equipo de articulación política de la presidenta se equivocó al lanzar candidato propio para competir con el PMDB por la presidencia de la Cámara de Diputados y fue derrotado por Eduardo Cunha, un parlamentario de perfil independiente”, explica a PERFIL.
Otro episodio que habría enardecido a los líderes pemedebistas fue el apoyo de Dilma al ministro Gilberto Kassab (PSD) para crear un nuevo partido, que atraería a disidentes del PMDB, intensificando aún más los conflictos en la base aliada.

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Pero la piedra de la discordia entre Dilma y su principal aliado pasa por la instrucción judicial del Lava Jato. Según el analista Igor Gielow, de Folha da São Paulo, tanto Cunha como Calheiros acusan al gobierno por su implicación en el escándalo en Petrobras. Los legisladores creen que el procurador general, Rodrigo Janiot, pactó con el Ejecutivo la lista de acusados, con el objetivo de tener el apoyo de Dilma para ser reconfirmado en el cargo.

Esa tensión agita el temor de un posible impeachment, aún lejano, pero no del todo improbable. “Por ahora, es un intento de desgastar políticamente a la presidenta. Una parte de la oposición defiende que hay elementos suficientes para pedir el impeachment, pero se basan en especulaciones. No hay nada concreto que conecte directamente los escándalos con la presidenta. La mayor amenaza proviene del fuego amigo”, agrega Grijó. Para evitar ese escenario, Dilma tiene que recomponer su coalición. Una forma de lograrlo es sumando a su vicepresidente, Michel Temer, a la mesa chica de su gobierno. El empresario integra el PMDB y podría aplacar la ira de Cunha y Calheiros.

Expectativa por el 15M

El Petrolão también amenaza la estabilidad del gobierno, ante la posibilidad de que el Congreso someta a la presidenta Rousseff a un impeachment –juicio político–. Para que eso ocurra, el gobierno tendría que perder adhesiones en su coalición de gobierno –que incluye al PMDB–. El Palacio del Planalto teme que la presión popular aliente la fuga de legisladores aliados. En ese escenario, cobró mayor importancia la marcha convocada para el próximo domingo 15 de marzo, en la que la oposición pedirá el paso al costado de Dilma. Tan sólo un presidente, Fernando Collor de Mello, fue sometido a impeachment. El ex mandatario renunció antes de ser destituido.