El presidente israelí, Moshe Katzav, está acorralado. Por eso, no dará el presente en la inauguración de la sesiones parlamentarias de la Kneset. Presionado por los demás cuadros políticos, un grupo de legisladores anunció que no se pondría de pie cuando él ingrese al recinto, como marca la tradición en señal de respeto, Katzav es acusado además de espionaje electrónico y otorgamiento de amnistías a cambio de dinero.
El hermano del presidente, Lior Katzav, explicó que la decisión del presidente fue tomada para "mantener la dignidad" de la Knesset y prevenir posibles incidentes.
Meni Mazuz, el fiscal general del Estado, y el único que tenía la competencia para imputarlo, lo hizo después de reunirse con la policía y de verificar las pruebas en su contra (que incluso habilitarían su acusación por fraude y mala conducta por consentir la liberación de procesados a cambio de réditos económicos).
El presidente, de 61 años, rechazó todas las acusaciones, pero la policía asegura tener las pruebas que ratificarían a Katzav como el autor de los delitos sexuales, entre ellos la violación de su ex secretaria y hostigamiento hacia otras nueve mujeres.
El presidente lidia con este escándalo desde julio que definió como una "confabulación" política en su contra.