INTERNACIONAL
hacia las presidenciales de 2016

El regreso de los clanes: los Bush y los Clinton quieren la Casa Blanca

Hillary es la favorita de los demócratas y el hermano de George W. se perfila entre los republicanos. Por qué las dinastías políticas siempre vuelven en Estados Unidos.

Rivales. Hillary presentó esta semana su libro de memorias. Jeb Bush, hermano del ex presidente, es un orador carismático.
| Cedoc Perfil

Es probable que la de 2016 sea la séptima de las últimas diez elecciones presidenciales en los Estados Unidos que tenga a un Clinton, a un Bush o a ambas familias como protagonistas. A dos años y medio de las elecciones, la secretaria de Estado y ex primera dama, Hillary Clinton, es la preferida de los demócratas, mientras que Jeb Bush, hermano menor del ex presidente George W. y ex gobernador de Florida, es la opción republicana más viable.

El eventual regreso de los Clinton y los Bush a la carrera hacia la Casa Blanca confirma el enorme e histórico peso relativo que los grandes clanes políticos –al estilo de los Kennedy o los Roosevelt– tienen en Washington. A medida que el “interregno” de un outsider como Barack Obama se acerca a su fin, las dos dinastías que se disputaron la hegemonía en el centro del poder mundial durante dos décadas se preparan para volver a la lucha presidencial.

Cuando la prensa o sus seguidores le preguntan si se postulará, Hillary aún sigue diciendo: “Todavía no lo sé”. Pero la esposa de Bill Clinton es por lejos la favorita para los comicios de 2016 y el comité nacional demócrata ya trabaja en función de ese muy factible escenario. Esta semana, la secretaria de Estado presentó su libro de memorias Hard Choices con una gira nacional que fue intepretada por la prensa especializada estadounidense como el lanzamiento informal de su campaña.

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“Por supuesto que una figura del tipo de Obama podría surgir de la nada y frustrar otra vez a la señora Clinton, pero es difícil que un rayo caiga dos veces en el mismo lugar –publicó el diario Financial Times en un reciente artículo titulado ‘La guerra de las dinastías Clinton y Bush’–. El electorado es consciente del largo camino recorrido por Hillary: ocho años como primera dama, ocho como senadora y cuatro más como secretaria de Estado. Si en 2008 la esperanza triunfó sobre la experiencia, es probable que en 2016 la experiencia sea la cualidad más apreciada”.

En el otro rincón del ring, Jeb Bush no tiene la cosa tan fácil en la interna republicana. Sin embargo, lo favorece el hecho de que el partido esté en busca de un candidato moderado luego de que se detuvo el ascenso en las encuestas de Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey. La postura flexible del menor de los Bush frente a la inmigración ilegal enfurece al Tea Party y a las bases ultraconservadoras, pero es vista como una ventaja por el ala más pragmática republicana, que pretende reconquistar el crucial voto hispano. A su vez, Jeb tiene para exhibir una serie de exitosas reformas en materia educativa que ejecutó durante su paso por la gobernación de Florida.

Jeb es más carismático y mejor orador que su hermano George W., y además habla español y está casado con una mexicana, lo cual puede favorecerlo frente al electorado hispano –dijo a PERFIL el doctor en Ciencia Política estadounidense Daniel DiSalvo, profesor del City College of New York–. Por otro lado, el Partido Republicano no tiene en sus filas candidatos ‘naturales’ como Hillary Clinton para los demócratas, lo que contribuye a que el apellido Bush vuelva a aparecer en la bandeja”.

Hillary Clinton y Jeb Bush enfrentan un desafío similar: diferenciarse con sutileza de Obamay George W. Bush respectivamente sin que esa toma de distancia parezca una crítica abierta. El reto es presentarse como algo nuevo, aunque sus apellidos den la impresión de un revival de los años 80 o los 90.