Suecia se mantiene en vilo mientras la policía busca por agua, tierra y aire dos coronas del siglo XVI pertenecientes a la realeza. Aunque la búsqueda continúa de forma intensa en las localidades aledañas al lugar de donde fueron sustraidas, el gobierno sueco declaró una alerta nacional ante el temor de que las reliquias pudieran ser sacadas clandestinamente del país o, lo que ofrece un panorama mucho peor, sean fundidas para ser vendidas rápidamente.
La historia comenzó exactamente hace una semana, cuando dos hombres robaron dos coronas y un orbe, parte de las regalías funerarias de la familia real de Suecia, en la Catedral de Strängnäs, a unos cien kilómetros de Estocolmo. Sin llamar mucho la atención, los ladrones escaparon con el botín primero en un par de bicicletas negras de mujer -que habían robado previamente- hasta una lancha que los esperaba en un muelle cercano al templo. De inmediato, la policía sueca comenzó una frenética cacería en lanchas, automóviles y helicópteros persiguiendo a dos sospechosos cuya identidad se desconoce y cuyo paradero, siete días después, sigue siendo un gran misterio.
Los ladrones se llevaron tres joyas funerarias que pertenecieron a Carlos IX, rey de Suecia y Finlandia entre los años 1604 a 1611, y de su esposa, la alemana Cristina de Holstein-Gottorp, fallecida en 1625. Se trata de dos coronas y un orbe que, según la tradición, fueron confeccionadas especialmente para ser acompañar a estos monarcas a su tumba, como fue tradición en Suecia entre los siglos XVI y XIX. La corona con la que Carlos IX fue enterrado fue diseñada por Antonius Grott en 1611 y es de oro, cristal de roca, esmalte y perlas mientras la de su esposa, está hecha de oro y esmalte negro, sin piedras preciosas.
Las coronas no formaron parte de las insignias de coronación, sino del atuendo funerario del rey y la reina. Es decir, fueron enterrados con estas joyas. Aunque Carlos IX y Cristina fueron sepultados con sus coronas puestas, sus cuerpos fueron exhumados hace unos años y las joyas fueron extraidas para ser expuestas al público en la misma catedral. Los objetos, de un valor inestimable para los expertos, se encontraban, según las normas de seguridad vigentes, en una vitrina equipada con una alarma dentro de la catedral, donde también reposan los restos de varios monarcas, entre ellos Erik XIV. "Sonó la alarma cuando los ladrones rompieron el vidrio de seguridad y robaron los objetos", dijo Catharina Frojd, vocera de la catedral construida entre 1291 y 1340.
Las joyas funerarias de los reyes de Suecia son de un valor inestimable y los expertos las consideran de muy alta calidad artística. "No conocemos el valor de los objetos robados, pero se trata de un tesoro nacional", declaró Stefan Dangardt, portavoz de la policía sueca. "Es simplemente imposible vender esos objetos, podemos interrogarnos sobre las intenciones de los ladrones“, declaró por su parte Maria Ellior, responsable del crímenes culturales y patrimoniales de la policía sueca. "Por supuesto, están asegurados, pero el patrimonio cultural excede el valor material", dijo el decano de la catedral, Christofer Lundgren, al diario sueco "Aftenposten".
En los países nórdicos, se utiliza una alarma nacional para alertar a las fuerzas policiales sobre una situación grave que requiere medidas adicionales, destacando la gravedad del robo. Según reveló el diario "Expressen", el experto en diamantes Scott Selby teme que los ladrones hayan fundido las joyas robadas -las tres, de oro- para ganar dinero rápidamente. "Debieron haber visto esto como la opción fácil" para hacer desaparecer lo robado.
"Las apropiaciones como esta con valores históricos son comunes en Europa porque a menudo están mal protegidas", agregó Selby. #Las joyas en sí mismas no valen mucho. No hay una buena manera para que los ladrones obtengan un gran valor, pero no es difícil derretir lo que es oro y vender el oro". "En este caso, creo que se trata de 350.000 coronas suecas (casi 50.000 dólares), que por otro lado es una gran cantidad de dinero para un cambio simple", finalizó.
Tras el robo de la semana pasada, Maria Ellionor, de la unidad nacional de crímenes culturales de la policía sueca, dijo al sitio web Royal Central que no está claro qué pretendían hacer los sospechosos con las joyas, ya que son casi imposibles de vender: "Es solo especulación, pero esto parece más un crimen planeado. Por supuesto, hay interés de los medios en tales objetos. Las imágenes aparecen en los medios. Es simplemente imposible venderlos, por lo que solo puedes preguntarte qué tan familiarizados estaban los ladrones con estas coronas y qué pretenden hacer con ellas ".
La policía sigue buscando a los ladrones y, según un informe del "Aftonbladet", los rastros de sangre hallados en un banco cerca de la catedral donde se robaron las joyas pueden vincularse con uno de los sospechosos que aparentemente se lastimó mientras intentaba escapar. El periódico informa que la sangre puede estar relacionada con un famoso delincuente conocido que vive en Åkersberga, al norte de Estocolmo.