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tragedia en espaa

El 'tren de la muerte' recibió tres alarmas antes de descarrilar

Horror. El maquinista del tren que descarriló cerca de Santiago de Compostela fue imputado.
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El maquinista del tren que descarriló cerca de Santiago de Compostela iba a 179 kilómetros por hora en el momento del accidente y recibió tres alertas sonoras antes de descarrilar. Esos son los principales datos surgidos de las cajas negras del ferrocarril que fuentes judiciales españolas dieron ayer a conocer, y que complican aún más la situación penal del conductor, Francisco José Garzón Amo, imputado por 79 homicidios por imprudencia.

La grabaciones de las cajas negras permitieron conocer con detalle qué ocurrió durante los dos minutos previos al fatal accidente en Galicia. En la curva peligrosa en la que descarriló el tren, la velocidad máxima permitida era 80 kilómetros por hora. Dos minutos antes del descarrilamiento, Garzón recibió una llamada del interventor de la compañía Renfe que viajaba en el mismo tren, en el tercer vagón.

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Unos treinta segundos después de iniciar la conversación, una baliza mandó a la cabina del conductor la primera señal acústica, que alertaba sobre la proximidad de una curva pronunciada de velocidad reducida. Pero el maquinista mantuvo la velocidad en 199 kilómetros por hora. El diálogo con el interventor se prolongó durante 1 minuto y 40 segundos y finalizó 11 segundos antes del accidente.

A 1,4 kilómetros de la curva, otro aviso acústico en cabina indicó que se aproximaba a un tramo limitado a 80 kilómetros por hora, pero el tren circulaba en ese momento a 195 kilómetros por hora. Cuatro segundos después, advirtiendo probablemente que no iba a pasar la curva, Garzón activó el freno de emergencia. Pero ya era demasiado tarde.

El tren accidentado, modelo Alvia, dispone de un sistema de seguridad que frena automáticamente la máquina en caso de que haya otro tren en la vía. Pero, a diferencia de otros modelos más avanzados de alta velocidad, la reducción y el cumplimiento de los límites dependen exclusivamente del maquinista, que dispone de un libro de ruta con las velocidades legales tramo a tramo que las señales acústicas le ayudan a recordar.

A menos de 250 metros del punto de impacto sonó otra señal de limitación de velocidad. Finalmente, el tren descarriló a 179 kilómetros por hora. Cuando los vagones habían empezado a salirse de la vía, el maquinista hizo uso de otro freno y la velocidad cayó a 153 kilómetros por hora.
En su declaración ante el juez, Garzón, que cubría ese trayecto habitualmente, no pudo explicar por qué no redujo la velocidad al llegar a la curva.

Sobre la posibilidad de que la llamada telefónica del interventor despistara al maquinista, el juez estimó que la comunicación fue inadecuada.