Con apenas cuarenta años, Jorge Arreaza es el vicepresidente ejecutivo de Venezuela, la cara de la renovación en el chavismo y uno de los funcionarios más influyentes en el gobierno de Nicolás Maduro. Su reciente designación como moderador en el diálogo entre el oficialismo y la oposición, iniciado hace tres semanas para buscar una salida a la espiral de violencia política, lo catapultó al centro de la escena política venezolana.
Arreaza no surgió de la nada: está casado desde hace siete años con Rosa Virginia Chávez, la hija mayor del difunto líder, con quien tiene dos hijos. En los últimos meses de vida del ex mandatario, su yerno integró el reducido círculo íntimo de funcionarios y familiares que lo acompañaron en su tratamiento contra el cáncer en La Habana. En esos días, se convirtió en una de las pocas personas autorizadas a brindar información sobre la salud de Chávez.
Mientras el chavismo y la oposición se radicalizan, Arreaza es considerado uno de los miembros más moderados y pragmáticos del gabinete de Maduro. Tal vez esa condición fue la que llevó a Maduro a pedirle, días atrás, que moderara las negociaciones con la antichavista Mesa de Unidad Democrática.
“Estamos todos contentos con la reunión –manifestó Arreaza al término del encuentro–. Ellos dicen que tienen denuncias de malos tratos (a los manifestantes) y nosotros creemos que no los hubo, pero les pedimos que presenten los casos. El presidente ya dijo que toda denuncia contra funcionarios de seguridad será investigada de inmediato y a fondo”.
Hijo de diplomáticos, Arreaza es licenciado en Estudios Internacionales –durante la carrera conoció a Rosa Virginia– e hizo estudios de posgrado en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Militó la “causa bolivariana” desde joven, primero como presentador y entrevistador en la televisión pública y luego como funcionario.
Ingresó al gobierno en 2005, cuando lo designaron al frente de un programa de becas estudiantiles. Allí comenzó una carrera ascendente hasta la conducción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, lugar que ocupó desde 2011. Apenas tres días después de la muerte de Chávez, en marzo de 2013, el recién asumido Maduro lo eligió como vice ejecutivo. En Venezuela, la vicepresidencia no es una función electiva.
A pesar de su centralidad en el universo chavista, hay un dato curioso en la biografía de Arreaza: es primo hermano y ahijado de Alberto Ravell, ex director de la cadena televisiva Globovisión y director del periódico digital La Patilla. El oficialismo venezolano aborrece a esos medios tanto como al padrino de Arreaza.
Es temprano para imaginar un futuro electoral para él: Maduro lleva apenas un año en el gobierno. Por lo pronto, el mandatario parece decidido a darle protagonismo: el viernes lo designó como el encargado de indemnizar a las víctimas del intento de golpe de Estado de 2002, una tarea de alta importancia simbólica para el chavismo. Con el país en estado de crisis, el rostro joven y el tono conciliador de Arreaza son recursos políticos que el jefe de Estado no puede despreciar.