La transformación que provocó el MAS y el gobierno de Evo Morales parece encontrar un punto límite: o, a juicio de Pablo Stefanoni, el periodista argentino que acompañó en comunicación a Evo Morales “necesita encontrar una nueva agenda, que contenga precisamente a la gente que se benefició de sus políticas”.
Desde la derrota en el plebiscito sobre la reelección de Morales, una serie de sucesos y anuncios hablan de un nuevo escenario. La muerte del viceministro del Interior la semana pasada, Rodolfo Illanes, “un abogado que estuvo desde el principio junto a Evo”, fue un punto determinante y dos anuncios de ayer completan un panorama nuevo: Evo anunció que dejará el cargo en 2020 cuando concluya su tercer mandato, pese a que organizaciones de su partido anticiparon ajustes constitucionales para legalizar una eventual reelección. Y el mismo presidente dijo que “el gobierno de Evo Morales castigará con la cárcel a cultivadores ilegales de coca en Bolivia en una nueva norma que será enviada el proximo mes para su aprobación en la Asamblea Legislativa de mayoría oficialista, anunció el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres.
Algo que parece ir en contra de los mismos orígenes políticos de Evo, que surgió como gremialista de los cultivadores de coca. Y que habla de una nueva situación social.
Corporaciones y poder. Para Stefanoni, la muerte del viceministro “pone en cuestión una de las ideas centrales de Evo, que es la de tener un Estado fuerte. Los sindicatos como los mineros son parte del poder del MAS, tanto como los cocaleros, pero la visión del presidente fue romper esa hegemonía”.
Para Stefanoni, la idea del presidente fue siempre “un Estado en el que las corporaciones estén, pero haya hegemonía”.
En la actualidad, Evo les pide a muchos –los mineros, los cocaleros– que no se pasen de la raya, “pero cuando él no estaba en el poder, él mismo se pasaba de esa raya. Y uno de los desafíos es conducir una diversidad muy grande, que solo él mismo puede llevar adelante. El MAS tiene un equilibrio que articula distintas realidades: la de los mismos mineros, los cocaleros, los transportistas. La idea es que todos estén adentro, que todos estén representados, lo que construye un difícil equilibrio”, dice el jefe de redacción de Nueva Sociedad.
Con respecto al conflicto con los mineros, “a mi juicio, el gobierno tenía razón. Lo que no pudo controlar es que desbocó todo. Si uno ve los videos, te encontrás con una situación en la que todo puede salirse de madre. La muerte del viceministro puso al gobierno en cuestión por varias razones. Y eso necesita articularse de otra manera, a partir de una nueva agenda.