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Francisco fue la llave para la liberación de los espías

Una gestión secreta para facilitar el intercambio de prisioneros fue su real aporte al acuerdo Washington-La Habana. Cómo intervino para destrabar el punto más conflictivo.

Garante. El Papa les pidió personalmente a Obama y a Castro que hallaran una solución al problema de los agentes.
| AP y AFP

Cuando Barack Obama y Raúl Castro agradecieron el trabajo del papa Francisco para facilitar el histórico restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, se referían entre líneas a algo muy puntual y concreto: las discretas gestiones del Pontífice para ayudar a destrabar el intercambio de prisioneros acusados de espionaje, el punto más áspero de las negociaciones entre Washington y La Habana. Fue ése el mayor aporte de la diplomacia vaticana al detrás de escena de un proceso que comenzó hace meses y recién se hizo público esta semana.
En 2009, las esperanzas de una apertura hacia la isla que había generado la llegada de Obama al poder se frustraron cuando el presunto voluntario estadounidense Alan Gross fue arrestado en Cuba. Las autoridades cubanas lo acusaron de crímenes contra el Estado por haber ingresado equipos de telecomunicaciones al país. Gross trabajaba como subcontratista de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), un organismo acusado de colaborar con la CIA.

A partir de entonces, el Departamento de Estado comenzó una estéril campaña por su liberación. Desde el comienzo, el gobierno de Castro exigió que Gross fuera intercambiado por tres espías cubanos detenidos en los Estados Unidos: Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, miembros de los llamados “cinco héroes” que se infiltraron en medios anticastristas en Miami y fueron arrestados por el FBI en 1998.
El problema era que, para la Casa Blanca, aceptar el intercambio directo implicaba admitir que Gross realizaba tareas de espionaje. El proceso se mantuvo estancado hasta que se produjo un primer giro en la estrategia estadounidense: Washington introdujo una tercera “prenda de cambio” en las negociaciones, al ofrecer a Cuba un enroque de sus tres espías por un doble agente cubano que operaba para los Estados Unidos y que estaba preso en la isla desde hacía más de veinte años.

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Según The New York Times, al principio los negociadores estadounidenses buscaron mostrar desinterés por el caso de Gross, presumiendo que eso terminaría favoreciendo su liberación. Pero la táctica no dio grandes resultados: nueve encuentros realizados en Canadá y el Vaticano durante un año y medio no fueron suficientes para que las partes llegaran a un acuerdo.
Sin embargo, las negociaciones dieron un nuevo vuelco en marzo, cuando Obama involucró a un potencial mediador: el papa Francisco. Según el mandatario, el Pontífice les escribió dos cartas a él y a Raúl Castro “para que resolviéramos el caso de Alan y atendiéramos el interés de Cuba en la liberación de los tres agentes cubanos”. La clave del asunto pasaba por convencer al gobierno cubano de que incluyera a Gross en el acuerdo y lo liberara por “motivos humanitarios”.


En ese rumbo, el Papa se erigió como “garante” de las tratativas. En efecto, el Vaticano reveló que “la Santa Sede recibió delegaciones de ambos países en octubre y ofreció sus buenos oficios para facilitar un diálogo constructivo sobre temas sensibles, en búsqueda de soluciones aceptables para ambas partes”. Fue en aquella reunión de octubre cuando terminó de cerrarse el trato. Según un funcionario de la Casa Blanca al tanto de las negociaciones, “fueron particularmente el intercambio y la transferencia de prisioneros los puntos que se redondearon en aquella reunión en el Vaticano”. Dos meses después, con el deshielo ya en marcha, Francisco levanta su cosecha política.

Obama sueña con visitar la isla
Washington
En una declaración impensada algunos años atrás, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, aseguró ayer que algún día viajará a Cuba, país con el que Washington acaba de restablecer sus relaciones diplomáticas. “No es ahora el momento para hablar de una visita mía oficial a Cuba –dijo el mandatario–. Hay que ver cómo se desarrollan las cosas. Pero soy bastante joven e imagino que en algún momento podré visitar Cuba e interactuar con los cubanos”.
No obstante, Obama aseveró que el gobierno cubano “sigue siendo un régimen que reprime a su pueblo, y entiendo las preocupaciones de los activistas de derechos humanos, pero ésta es una oportunidad para cambiar”.
El presidente agregó que trabajará con el Congreso para evitar que naufrague su intención de levantar el bloqueo comercial contra el país caribeño. También pretende avanzar en la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. En enero, una delegación estadounidense visitará La Habana para comenzar a dialogar sobre la ríspida cuestión.