El depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya, quien se encuentra en El Salvador, regresará este martes a Washington (estuvo 2 veces la semana pasada, por las reuniones de la OEA), para ser recibido por el más alto nivel de la administración Obama: la secretaria de Estado Hillary Clinton.
En distintos ámbitos se ha venido discutiendo la postura norteamericana ante el golpe en Honduras. Por lo general, las respuestas del Departamento de Estado giraban en torno a las medidas y a la diplomacia llevada adelante por la OEA, la cual Estados Unidos usó como un paraguas, hasta ver como seguían las revueltas aguas. Luego de la “suspensión a Honduras”, los efectos recién empiezan a sentirse. El país caribeño podría quedar afuera de varios créditos del Banco Interamericano de Desarrollo, por no ser ya miembro activo de la OEA y sufriría también la baja de ratings financieros a todo nivel. Pero hay otros factores. Honduras ha sido por muchos años un aliado importante en la región, pues Estados Unidos comparte allí la base aérea de Soto Cano, en la cual operan varios tipos de helicópteros y aviones de transporte y reconocimiento, orgullo por décadas de los hondureños.
Cuanto va a aguantar esto, es la pregunta que todos hacen. Ya hay signos del gobierno “golpista” de Honduras de querer dialogar y legitimarse con los norteamericanos. La vicecanciller, Martha Alvarado junto con algunos ex ministros y el candidato presidencial Felicito Avila, estaban también por viajar a Estados Unidos en estas horas, pero aun no lograban la señal política que esperan. También buscarían apoyo en Europa, pero España por ahora también les bajó la cortina, retirando su embajador, mientras que Francia e Italia hicieron lo mismo.
Más al sur, desde Venezuela se han escuchado los enojos de Chávez, que este fin de semana acusó a los norteamericanos de apoyar al nuevo régimen. El bolivariano se cuidó en sus palabras. Trató de no comprometer a Obama, al cual llamó “preso del Imperio”. Chávez, que ya le cortó el suministro de petróleo a Honduras, quiere ver al presidente estadounidense más comprometido con su amigo, el volteado Zelaya.
Según las palabras de Chávez, Honduras podría ser un “caso piloto, un alerta” que pone a prueba su esquema de poder regional. “No hay marcha atrás” dijo Chávez el domingo en un acto público: “el imperialismo ha atacado a la alianza bolivariana por el flanco más débil, pero sabemos que preparan otras ofensivas”, recargando su diatriba habitual la cual también tiene costados populistas, por cierto.
Sin dudas es un ajedrez complicado, donde la “ficha Honduras” ha marcado un jaque a Caracas y a Estados Unidos, por ahora, no le atrae intervenir en la partida. El problema es que no hay un claro ganador, y mientras tanto, los hondureños quedan a un costado del tablero, en penitencia, y con limitados recursos.
(*) Especial para Perfil.com