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Intervención de Cataluña: quiénes ganan y pierden si hay elecciones

El presidente Rajoy anunciará hoy la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Convocaría a votar en enero de 2018. La especulación política y su impacto en la crisis.

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Clamor. Dos millones de catalanes votaron a favor de la secesión, según datos del Govern. Tras el referéndum, declarado ilegal por la Justicia, Carles Puigdemont “suspendió” la independencia. | AFP

La intervención a Cataluña tendrá profundas consecuencias políticas y dejará ganadores y perdedores. El presidente Mariano Rajoy anunciará hoy la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que será debatido y votado en los próximos días por el Senado. Con esa jugada, sofocará la secesión y tranquilizará al “frente constitucionalista”, conformado por el Partido Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos, al tiempo que buscará un rédito en las próximas elecciones autonómicas, que serían en enero de 2018, y generales, que aún no fueron convocadas pero ya se vislumbran en el horizonte de España.

El presidente Carles Puigdemont será desplazado de su cargo y el independentismo perderá el control de la Generalitat, pero reforzará su campaña en la escena internacional, con denuncias sobre la liquidación del autogobierno y violaciones a los derechos humanos.

Todas las agrupaciones políticas hacen por estas horas cuentas electorales. “A corto plazo estamos perdiendo todos. La convivencia en Cataluña entre nacionalistas y no nacionalistas está muy deteriorada y también la convivencia con el resto de España”, explicó a PERFIL Francisco de Borja Lasheras, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations (ECFR).

Según un sondeo de NC Report, publicado esta semana por el diario La Razón, el PP ganaría las próximas elecciones con un 31,4% de los votos, pero perdería al menos nueve bancas. Sin embargo, lograría la mayoría absoluta con una alianza con Ciudadanos, que cosecharía entre cincuenta y 53 escaños y desplazaría a Podemos del tercer lugar. La actual intransigencia de Ciudadanos le daría réditos no sólo a nivel nacional, sino también en Cataluña. Albert Rivera propuso que, tras la aplicación del 155, los “partidos constitucionalistas” pactasen apoyar al candidato más votado. Así, Inés Arrimada, su referente en Cataluña, podría quedarse con la Generalitat.

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Si la crisis se agrava, el PSOE será el partido con más para perder. Aunque su líder, Pedro Sánchez, apoyó la aplicación del artículo 155 y defendió la integridad territorial de España, otros dirigentes pidieron por lo bajo que aquélla fuera “muy limitada”. La posición reformista del PSOE quedó atrapada entre dos antagonismos: el nacionalismo español, representado por el PP y la derecha, y el independentismo catalán, conformado por la coalición de Junts Pel Sí y la CUP. Esa ubicación en el centro del espectro político podría ser fatal en unas elecciones altamente polarizadas.

“Es interesante observar cómo cada partido está intentando tomar posiciones de cara a las próximas elecciones autonómicas en Cataluña y generales en España. Es un escenario muy complejo y todas las fuerzas políticas quieren salir bien paradas ante esta situación”, confió Paloma Román, profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense. “Hay un miedo en clave electoral”, agregó, al tiempo que señaló que Rajoy “jugó una baza electoral con la crisis, especulando con obtener más votos fuera de Cataluña”.

Interna independentista. El presidente Carles Puigdemont, su antecesor Artur Mas y su agrupación, el PdeCat, no saldrán indemnes del choque de trenes con España. Es improbable que reediten su actual coalición con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que conquistaría en las próximas elecciones a gran parte del electorado “convergente”, y la CUP, los duros del independentismo. Además, la Justicia podría detener a Puigdemont por “sedición” y “rebelión”.

En cambio, la alcadesa de Barcelona, Ada Colau, apuesta por capitalizar la crisis. Se expresó a favor del “derecho a decidir” y pidió la renuncia de Rajoy tras la represión del 1º de octubre, pero luego declaró que el referéndum no facultaba a proclamar la independencia. Envió guiños a izquierda y derecha, y a independentistas y unionistas.

Mientras miles de españoles piden diálogo, los dirigentes hacen un arriesgado cálculo electoral, que amenaza con agravar más la inédita crisis de Estado.