El domingo 5 de octubre varias ciudades italianas eligieron sus autoridades. Algunos de los principales municipios, como Milán, Boloña y Nápoles, decidieron en primera vuelta, mientras que otros, como Roma y Turín, fueron al segundo turno. El resultado general premia largamente el centro y la centro–izquierda, ganadora en todas las grandes urbes. ¿Cuáles son las novedades que trajeron estas elecciones?
La coalición de derecha, guiada por la Lega de Matteo Salvini y por Fratelli d’Italia, de Giorgia Meloni, pierde clamorosamente. Los soberanistas designaron candidatos inadecuados por su inexperiencia o por sus posiciones: el candidato en Milán, Luca Bernardo, era un médico que dijo públicamente que a veces lleva una pistola al hospital. Enrico Michetti, aspirante en Roma, al ser consultado sobre candidatos de su lista que tenían tatuajes de Mussolini, respondió “no sé, no soy dermatólogo”.
La derrota de la coalición de derecha en todo el territorio italiano, salvo pocas excepciones como Trieste y Novara, demuestra que haber ido contra la gestión del gobierno en materia sanitaria, principalmente contra las vacunas –cuando más del 80% de los italianos ya recibió dos dosis– y el Green Pass, no fue una estrategia útil para ganar consensos, y pone un nuevo manto de interrogación sobre el liderazgo de Salvini y Meloni: por un lado, Matteo Salvini eligió seguir a Giorgia Meloni, mostrándose ambiguo ante las críticas hacia las medidas del gobierno. Por el otro, es llamativo que Meloni, romana y líder del principal partido según las encuestas, haya preferido no disputar la intendencia de la capital.
El otro pilar del populismo italiano, el Movimiento 5 Estrellas, que hace solo cinco años había ganado las elecciones en ciudades clave, no consigue renovar el mandato en Roma, donde su actual intendenta obtuvo el cuarto puesto, ni en Turín, cayendo debajo del 10%. El reciente nombramiento del ex premier Giuseppe Conte, hasta hace unos meses uno de los políticos más populares de Italia, como líder del M5S, no alcanza para generar grandes efectos. Los grillini, que habían construido su identidad política con un potente discurso contra “la casta”, no renuevan intendencias ni logran elegir consejeros municipales.
Los candidatos vencedores de la primera vuelta tuvieron el apoyo del Partido Democrático (PD, centro-izquierda) y del área reformista (conformada por Italia Viva, Più Europa y Azione, partidos liberal-demócratas).
En Milán, Beppe Sala renueva su mandato con el 58%. En 2014, el entonces Primer Ministro Matteo Renzi había nombrado a Sala como interventor en la preparación de la Expo de 2015, que resultó en un éxito para Milán y para Italia, y que permitió que Sala ganara cómodamente la intendencia. En Boloña, principal bastión de la izquierda italiana, gana Matteo Lepore, Secretario de Cultura de la ciudad. Y en Nápoles, el ingeniero y profesor universitario Gaetano Manfredi, ambos superando el 60%. Si bien Lepore y Manfredi contaron con el apoyo del M5S, este respaldo no fue decisivo para sus victorias.
En segunda vuelta, Stefano Lo Russo, profesor de geología, gana la intendencia de Turín. Y en Roma, el ex eurodiputado y ex ministro Roberto Gualtieri se convierte en el intendente electo, ambos con un 60%.
El área reformista, que en Roma había apoyado a Carlo Calenda en primera vuelta, eligiendo a varios consejeros para la Asamblea de la Capital, acompañó a Gualtieri en el balotaje. Este resultado refuerza el gobierno de Mario Draghi, apoyado y conformado por todos los partidos a excepción de Fratelli d’Italia. Y demuestra que la centro–izquierda puede convencer sin recurrir a posiciones extremas ni a alianzas con el M5S: alcanza con una visión reformista.
*Máster en Ciencias Políticas por la Universidad de Ámsterdam.