INTERNACIONAL
declaro la infanta

La hija del rey de España se despegó de las acusaciones de corrupción

Cristina dijo que confiaba en su esposo, señalado por fraude fiscal. Es la primera vez que un miembro de la realeza declara como imputado.

En el nombre del padre. Cristina declaró ayer ante la imagen del rey Juan Carlos de España.
| AP

Desde Madrid

La infanta Cristina no sabía nada. “No sé”, “no conozco”, “no me consta” y “no recuerdo” fueron las respuestas más escuchadas de la boca de la hija menor del rey de España, quien declaró durante seis horas en el juzgado de Palma de Mallorca ante el juez José Castro, imputada en el presunto fraude fiscal y blanqueo de dinero por el caso del instituto Nóos, presidido por su marido, Iñaki Urdangarin, entre 2003 y 2006.

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La instrucción de este caso viene desde el año 2010, cuando el Instituto Nóos apareció vinculado a una trama de corrupción mientras el juez Castro investigaba otro delito, el Caso Palma Arena. En este nuevo proceso se investiga el supuesto trato de favor a Iñaki Urdangarin y su socio, Diego Torres, por parte de las administraciones públicas y el supuesto desvío de dinero conseguido, de entre 9 y 12 millones de euros, hacia empresas privadas de ambos.

Durante el interrogatorio de ayer en el juzgado mallorquín, la infanta Cristina se desvinculó de la gestión de Nóos y Aizoon y dijo que confiaba en Urdangarin. Negó conocer la actividad de Aizoon, la compañía que tenía en sociedad al 50% con su esposo y sus empleados. También aseguró desconocer todo sobre el Instituto Nóos, aunque sí reconoció saber que Juan Carlos le había pedido a su marido que se apartara de los negocios de Nóos.

Por primera vez en la historia, un miembro de la familia real tuvo que declarar ante un juez. Los dos delitos: uno de blanqueo de capitales y otro fiscal, conllevan hasta 11 años de prisión como máximo. Sus abogados, Jesús María Silva y Miguel Roca, la aleccionaron para que “huya de las cuestiones técnicas” y “haga una declaración muy humana”, es decir: el papel de la mujer que confiaba en su marido y no se enteraba de nada. Según algunos abogados, en forma concreta sólo respondió a 15 de cuatrocientas preguntas.

La infanta llegó a las 9.46 al juzgado en coche para eludir bajar la rampa a pie ante el objetivo de cientos de cámaras de TV y fotógrafos de todo el mundo e hizo unos diez pasos hasta la puerta del juzgado, donde fue recibida por Silva, uno de sus abogados, con un apretón de manos. A todo esto, en la calle, una multitudinaria manifestación antimonárquica que portaba banderas republicanas coreaban: “¡Cristina, bombón, ¿por qué no nos haces un talón (cheque)?”.

Según explican diversos medios ibéricos especializados en temáticas jurídicas, la imputación de la infanta es un asunto que no se resolverá de inmediato. El juez monopolizó el interrogatorio a Cristina como imputada por blanqueo de dinero y fraude fiscal.

Cristina de Borbón explicó que fue la confianza ciega en su marido lo que la llevó a firmar de su puño y letra operaciones implementadas para engañar al fisco, como el autoalquiler simulado de su palacete de Pedralbes o la compraventa, también aparentada, de 150.000 euros en acciones de la constructora Mixta Africa.

También debió dar cuentas ante el magistrado Castro acerca de por qué pagó con dinero sin declarar al personal doméstico de su casa; ante lo cual argumentó que no tenía conocimiento del origen ilícito de los fondos que utilizó para esos gastos.

Durante el receso del almuerzo, la infanta Cristina prefirió permanecer en el juzgado. El interrogatorio finalizó a las 18 y dejó el edificio judicial a las 18.12 en el mismo auto en el que llegó por la mañana, ante un férreo operativo de seguridad y escoltada por otro vehículo y dos motos. Mostró la misma sonrisa con la que llegó a declarar. El juicio oral tendrá lugar dentro de aproximadamente dos años