INTERNACIONAL

La increíble historia del alcalde más ‘latino’ y progresista de Nueva York

Apoyó al sandinismo y viajó a Cuba. Su esposa es una ex lesbiana negra. Sus planes.

Multirracial. De Blasio con su esposa, Chirlane McGray, una poeta y activista afroamericana, y sus dos hijos, Chiara y Dante. El peinado del chico fue elogiado por Obama.
| AFP

No festejó con un “Hasta la victoria, siempre” ni fumó un habano Cohiba. Tampoco dio un discurso eterno en la Plaza de la Revolución. Bill de Blasio, la nueva figura de la política de los Estados Unidos, celebró en Brooklyn su victoria y sostuvo que Nueva York eligió el camino del progreso. El demócrata fue electo alcalde este martes con el 74% de los votos, rompiendo la hegemonía republicana de los últimos veinte años. Y abrió la puerta a la gestión más progresista que tuvo la ciudad en los últimos tiempos.

De Blasio encarna el espíritu de la Gran Manzana: descendiente de italianos, formó una familia multirracial al casarse con la poeta y activista afromericana Chirlane McGray. Durante la campaña electoral se mostró junto a ella y sus dos hijos, Chiara y Dante, dueño de un prominente peinado afro que fue comentado hasta por el presidente Barack Obama. Según la Oficina de Censos de Estados Unidos, los matrimonios interraciales crecieron el 28% en la última década. El arco iris étnico que De Blasio representa fue una poderosa imagen que lo catapultó a la alcaldía.

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El ex ombusdman del pueblo de Nueva York no es el típico dirigente estadounidense. Apoyó la Revolución Sandinista en la década de 1980 –viajó a Nicaragua y recaudó fondos para el Frente Sandinista de Liberación Nacional–, estudió política latinoamericana en la Universidad de Columbia y fue a Cuba en su luna de miel, violando la prohibición que tenían sus compatriotas para visitar la isla comandada por Fidel Castro.

El dirigente de porte NBA –2 metros de altura–, rostro que recuerda a Bill Clinton y familia modelada al mejor estilo Obama, centró su campaña en combatir las desigualdades económicas. En vez de “Hope” o “Change”, eligió como eslogan “Progress”. Y parafraseó a Charles Dickens, al argumentar que la diferencia entre la clase alta y el resto de los neoyorquinos configuraba una “historia de dos ciudades”. De esa forma, De Blasio popularizó su filosofía política, que se inspira en el New Deal del ex presidente Franklin Roosevelt y en la Teología de la Liberación.

Prometió subir los impuestos a los ricos para reducir la brecha de ingresos. En 2012, el 1% más acaudalado de la ciudad se quedó con el 39% de la riqueza generada, cuando en 1980 sólo se apropiaba del 12%. La iniciativa que marcó un antes y un después con respecto a las gestiones de sus antecesores, Rudy Giuliani y Mike Bloomberg, fue la reforma de la policía local y la abolición de la tolerancia cero. Quizá tomándose revancha de su detención durante las internas demócratas –en una manifestación contra el cierre del Hospital Universitario de Long Island–, anunció esta semana que descabezará a la cúpula del NYPD.

"De Blasio es del ala progresista del Partido Demócrata. Tanto él como Bloomberg trataron de atraer al electorado hispano con publicidad y una campaña en castellano. El electorado hispano es clave en Nueva York”, explicó a PERFIL Victoria Murillo, politóloga de la Universidad de Columbia. "Mi trabajo consistía en tratar de crear un mundo más inclusivo y justo”, recuerda el flamante alcalde sobre sus años de militante en Nicaragua. Entonces admiraba a Augusto Sandino y no imaginaba administrar un presupuesto anual de 72 mil millones de dólares, encabezar una administración de 300 mil empleados públicos y gobernar a más de 9 millones de personas.

"De Blasio no es un aburrido tipo blanco”, explicó su hija Chiara, de 19 años. Esa frase, simple y provocadora, impactó en el corazón de las minorías y de los sectores progresistas. Y erigió a su padre en la nueva esperanza blanca de la política local.

Se crean más empleos de lo esperado

La tasa de desempleo en los Estados Unidos aumentó a 7,3% en octubre, pero la economía creó un importante número de empleos, según cifras publicadas ayer por el Departamento de Trabajo. De esa forma, la desocupación creció 0,1% en el último mes, pero al mismo tiempo se originaron 204 mil empleos, cuando los analistas esperaban tan sólo 100 mil. Las cifras reflejaron el impacto del shutdown, que conmovió al país por más de dos semanas en octubre y que lo puso al borde del default. La Casa Blanca expresó ayer que la reactivación de la economía estadounidense continúa avanzando, pero que es necesario acelerar la creación de puestos de trabajo. El gobierno de Barack Obama también culpó al cierre de la administración federal por el crecimiento de la desocupación.