INTERNACIONAL

La otra cara de la VII Cumbre de las Américas

Por Andrés Serbin | Nada fue como debió ser y, sin embargo, la VII Cumbre de las Américas fue un hito histórico en las relaciones hemisféricas.

El apretón de manos de Barack Obama y Raúl Castro al incio de la VII Cumbre de las Américas en Panamá.
| AFP

La importancia del tema central de la Cumbre – “Equidad con prosperidad” – se vio opacada por el impacto político del encuentro entre los EEUU y Cuba, el diálogo iniciado por los gobiernos de los dos países para el re-establecimiento de relaciones, la reunión bilateral entre Obama y Raúl Castro, la conferencia de prensa de ambos, la foto estrechándose la mano, y los discursos de los dos mandatarios, de tono cordial pero sin concesiones en sus visiones respectivas, dónde la confrontación histórica quedó relegada al pasado, en el marco del respeto por las diferencias de enfoques de cada país. En fin, la foto que se robó la Cumbre fue la de Obama y Castro.

Quedaron al margen - y disueltos en la nostalgia de un pasado difuso - , los discursos cargados de retórica anti-estadounidense de Cristina Fernández, Evo Morales, Rafael Correa y Nicolás Maduro, que parecieron no captar las señales del cambio de clima político que introdujo en la Cumbre la interacción Cuba-Estados Unidos.

Maduro, en particular, no logró incluir en el comunicado final una denuncia de las sanciones impuestas por los EEUU a algunos de sus funcionarios. No hubo, por tanto, una declaración oficial de la Cumbre, pese al concienzudo trabajo preparatorio, tanto en lo técnico como en el intento de construcción de un consenso político, del anfitrión que había logrado la participación de Cuba y de los EEUU en la Cumbre – el gobierno de Panamá. De hecho, el protagonismo bolivariano que, en su momento, trajo a las Cumbres Hugo Chávez quedó atrás. Condenado en CNN por Dilma Rousseff; por las declaraciones del nuevo gobierno uruguayo, y por la reunión paralela que Tabaré Vásquez, Barack Obama y el presidente costarricense Luis Guillermo Solís tuvieron con los disidentes cubanos y los opositores venezolanos, la estocada final al gobierno bolivariano se la dio el documento de los 26 ex presidentes y mandatarios que denunciaron la detención política de opositores y las violaciones de derechos humanos en Venezuela. Sólo casi al cierre del evento, Maduro logró 15 minutos de encuentro bilateral con Obama.

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Como trasfondo, mientras que el Foro de Jóvenes y el Foro de los Rectores convocados por la Cumbre avanzaban en propuestas concretas en el área de la capacitación y de la educación superior, el Foro de la Sociedad Civil escenificaba, en sus inicios, la confrontación entre organizaciones y representantes oficiales cubanos y venezolanos con organizaciones disidentes y opositoras de Cuba y de Venezuela – el único atisbo de una estridencia que no prosperó más allá de las calles. Por su parte, la paralela Cumbre Social de los Pueblos convocada por los movimientos sociales se explayó en condenas y denuncias contra el papel de los Estados Unidos en la región, que retrotrayeron a viejas retóricas y entraron en disonancia con lo que constituyó el eje predominante en la Cumbre – el restablecimiento del diálogo Cuba-Estados Unidos y la plena incorporación de la isla a la dinámica hemisférica.

Por contraste, al inicio de la semana de la Cumbre, el coloquio de académicos, expertos y redes de la sociedad civil organizado por CRIES e inaugurado por la Vice-Presidenta y Canciller de Panamá Isabel St. Malo, en torno a los procesos regionales y a la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, reunió a académicos y representantes sociales cubanos y estadounidenses, junto a un nutrido grupo de expertos de América Latina y el Caribe, para abordar el trasfondo político de las nuevas relaciones hemisféricas emergentes y la importancia de la plena incorporación de Cuba a la comunidad regional, en un clima de alto rigor y calidad académica y de fructífero diálogo e intercambio.

En suma, una Cumbre que, a la par de marcar un hito en las relaciones entre los países de la región y una nueva atmósfera de diálogo y cooperación tanto con los Estados Unidos como con Cuba – culminando un largo proceso de ausencias y de progresivos avances regionales - , dio lugar a un renovado encuentro entre actores políticos y actores sociales, en el marco de un enfoque pragmático y propositivo. Sin declaración final sobre su tema central fue, sin embargo, una Cumbre que dejo, pese a las marcadas diferencias entre algunos de sus participantes, un saldo altamente positivo para las Américas y, posiblemente, para la articulación de nuevas modalidades de inserción global de la región.

 

(*) Analista internacional y Presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES).