La policía húngara usó un cañón de agua y gas pimienta para hacer retroceder a un grupo de refugiados en la frontera con Serbia cerca de la ciudad de Hongos. Los inmigrantes querían tratar de ingresar al país para poder avanzar hacia la Europa Occidental.
Se desplazaron hasta el lugar un gran número de agentes antidisturbios, así como ambulancias para socorrer a los posibles heridos tras el enfrentamiento. Tras las dificultades de avanzar vía Hungría, muchos inmigrantes cambiaron su destino rumbo a Croacia.
Horgos, ubicada en la frontera entre Serbia y Hungría, se convirtió en “tierra de nadie” desde que las autoridades húngaras sellaron sus fronteras al entrar en vigor la nueva ley anti-inmigrantes que prevé la cárcel para quien ingresa ilegalmente en el país. Con ese fin, se levantó una valla de alambre que dejó a miles de refugiados varados.
El Acuerdo de Schengen de libre circulación de personas, un pilar del proyecto europeo, parece estar en riesgo luego que Alemania aumentara los controles en su frontera con Francia. Muchos países del continente decidieron aumentar los controles de sus pasos fronterizos ante la afluencia humana sin precedentes que transmite un mensaje de inestabilidad al resto del mundo.