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Las inundaciones en el estado de Río de Janeiro provocaron al menos 129 muertos

La lluvia no cede y obligó a los rescatistas a suspender varias veces el trabajo. El lodo arrasó barrios enteros en los morros. Aún hay decenas de desaparecidos. Bolsonaro visitó el lugar.

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Escena. Al menos ochenta casas de un cerro desaparecieron bajo el alud de barro. | afp

La ciudad brasileña de Petrópolis volvió a registrar fuertes lluvias ayer, tres días después de un temporal histórico que dejó al menos 129 muertos y cubrió barrios enteros de lodo, bajo el cual todavía yacen desaparecidos.

La Delegación de Descubrimiento de Paraderos de la Policía Civil informó en la tarde de ayer que saltó de 116, dato oficial hasta el mediodía, a 218 el número de personas desaparecidas en esta ciudad, ubicada en las sierras de Río de Janeiro.

La comisaria Elen Souto informó que agentes fueron a visitar “barrios de la ciudad para ir al encuentro de los vecinos que no hicieron la denuncia de familiares” desaparecidos.

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De vuelta de su viaje a Rusia y Hungría, el presidente Jair Bolsonaro sobrevoló ayer la ciudad y visitó brevemente la zona devastada, junto a varios de sus ministros. “Vimos una intensa destrucción, una imagen casi de guerra”, dijo Bolsonaro, en declaraciones retransmitidas por televisión.

El presidente se defendió de las críticas que suscitó la tragedia, ocurrida por unas lluvias torrenciales en una zona montañosa de construcciones precarias. “No podemos prever todo lo que va a acontecer en 8,5 millones de kilómetros cuadrados (N de R: la superficie de Brasil). La población tiene razón a la hora de criticar, pero esto es una región accidentada, no es la primera vez que ocurre una tragedia aquí. Vamos a poner de nuestra parte”, agregó.

“El volumen de lluvia ha sido mucho mayor de lo esperado” y se ha creado un “problema de mayores proporciones” debido a “la geografía de la ciudad. Somos solidarios y tenemos que trabajar. Ningún meteorólogo predijo lo que sucedería; todo lo contrario, dijeron que no llovería”, apuntó. 

En esta antigua ciudad imperial, situada al norte de Río de Janeiro, se sigue trabajando a destajo, aunque la esperanza de hallar víctimas con vida se agota.

“Aquí puede haber cincuenta personas”. Morro da Oficina, uno de los cerros del barrio Alto da Serra, puede considerarse el epicentro de la tragedia. Unas ochenta casas de ese cerro quedaron sepultadas por la fuerza de los torrentes de lodo que arrastraron automóviles, buses con pasajeros y todo a su paso.

“Puede ser que todavía haya más de cincuenta personas aquí abajo, desde el martes ya fueron retirados 98” cuerpos, explicó Roberto Amaral, coordinador del grupo especializado en desastres naturales del Cuerpo de Bomberos Civiles, mientras efectivos y voluntarios retiraban escombros y cavaban en el lodo en busca de algún rastro de vida. “Nos gustaría terminar cuanto antes, pero aquí tenemos que trabajar hasta que salga el último”, agregó.

Por su parte, el alcalde de Petrópolis, Claudio Castro, destacó que por el momento los equipos de emergencia que trabajan en las labores de rescate son suficientes, según la valoración “técnica”.

“En las primeras horas del miércoles llegaron más de doscientas máquinas para los trabajos de socorro y limpieza. Es importante señalar que no se adelanta nada con gente de más. Hay problemas de circulación e inestabilidad, contamos con el número de profesionales suficientes, según manda la técnica”, defendió. 

El secretario de Defensa Civil, el comandante general del Cuerpo de Bomberos, Leandro Monteiro, al frente de las labores de rescate, informó que han conseguido movilizar a medio millar de militares, así como a personal técnico, ingenieros y equipos especiales con perros de rastreo.

Una ciudad con “miedo”. “Todo el mundo está con mucho miedo. Cualquier ruido nos asusta. Toda la ciudad está así”, dice Antenor Alves de Alcantara, un jubilado de 67 años, que se trasladó con sus familiares a una colina próxima. “Está bien que el presidente nos visite, pero no va a cambiar nada”, agregó.

El papa Francisco expresó “sus condolencias” y compartió “el dolor de todos los enlutados o despojados de sus bienes”, en un telegrama en portugués enviado al obispo de Petrópolis, Gregorio Paixao Neto.

El desastre arroja cifras cada vez más dramáticas. Ayer había 28 muertos confirmados, 24 rescatados y 849 desplazados, mientras que las cifras de desaparecidos son confusas. La Policía Civil registraba 116, según los medios locales.

El gobierno federal anunció el desbloqueo de una ayuda de 2,3 millones de reales (US$ 440 mil), mientras el Ministerio de Desarrollo Regional indicó que facilitará nuevas sumas en los próximos días.

A lo largo de ayer, la lluvia golpeó en varios momentos, lo que obligó a los rescatistas a suspender las tareas y vecinos de varios barrios fueron llamados a resguardarse en casas de familiares o refugios públicos.

Al menos dos calles fueron cerradas y los vecinos evacuados preventivamente tras un deslizamiento de “bloques rocosos”, que no causó heridos.

Según los expertos, la tragedia es consecuencia de una combinación de factores, entre estos una lluvia, en seis horas, superior a la media histórica de todo febrero, la topografía de la región y la existencia de grandes barriadas de casas precarias, muchas de ellas construidas de manera ilegal, en las escarpadas zonas de riesgo.