INTERNACIONAL
Escapan de guerras y violencia

Los atletas refugiados sueñan con una nueva vida

Tras una solicitud del Comité Olímpico Internacional, la ONU de los Refugiados identificó a mil refugiados que participaron de un riguroso programa de entrenamiento. Finalmente, diez fueron seleccionados.

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Superaciòn. Rami Anis escapó de Aleppo y competirá con Michel Phelps- Los diez deportistas fueron invitados por el COI. | Cedoc
Cuando el agua comenzó a entrar a raudales en la pequeña embarcación, Yusra Mardini no lo dudó. La joven, de 17 años, se zambulló en las aguas del Mar Egeo y comenzó a remolcar el bote, en el que viajaban veinte inmigrantes. La imitó su hermana mayor Sarah y dos personas más, que nadaron más de tres horas hasta llegar a la isla de Lesbos, en Grecia. Así, salvó la vida de 16 personas. 

En la larga travesía, con el agua a muy baja temperatura, las hermanas Mardini perdieron sus zapatos. Sin ellos, emprendieron la ruta de los Balcanes hacia Alemania, donde solicitaron refugio. 

Un año después, Yusra llegó a Río de Janeiro para ser la abanderada del primer Equipo de Atletas Refugiados, que competirá bajo la bandera de los cinco anillos. La joven nadadora participará en los 200 metros estilo libre. 

En total, son diez los atletas que estarán en la máxima cita deportiva, representando a 65 millones de desplazados en todo el mundo –de los cuales 21 millones son refugiados–. Entre ellos hay dos nadadores sirios, dos judocas congoleños, cinco corredores de medio fondo de Sudán del Sur y un maratonista de Etiopía. Todos escapan de un pasado marcado por la guerra, la muerte y el exilio forzado a otros países. 

Tras una solicitud del Comité Olímpico Internacional (COI), la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) identificó a mil refugiados con experiencia deportiva, que participaron de un riguroso programa de entrenamiento. Finalmente, diez fueron seleccionados. “Son refugiados y tienen el nivel deportivo para competir”, afirmó el director del COI, Thomas Bach. 

Rami Anis tiene 25 años, también es sirio, y nadará en los 100 metros mariposa, donde enfrentará a la leyenda norteamericana Michael Phelps. Su desafío no será vencer al máximo medallista olímpico de la historia, sino denunciar los crímenes de guerra en su Aleppo natal, donde dejó a parte de su familia. 

“Los Juegos Olímpicos son el evento deportivo más importante del mundo, y me siento muy orgulloso. Pero también estoy muy triste de no poder representar a mi país, sino a las personas que lo perdieron todo”, afirmó esta semana. 

Yolande Mabika y Popole Misenga huyeron cuando eran niños de sus aldeas en la República Democrática del Congo. Vivieron en campos de refugiados en Kinsasa, la capital del país, y se abrazaron al deporte para sobrevivir. 

“Me vi separada de mi familia y lloré muchísimo. Empecé con el judo para tener una vida mejor”, dice Yolande. Los dos fueron encerrados en jaulas y privados de alimentos por su entrenador, quien no toleraba los “fracasos deportivos”. Durante el Campeonato Mundial de 2013, se escaparon y pidieron asilo en Brasil. 

Hace 18 años que Popole no ve a sus padres y hermanos. Se quiebra en la conferencia de prensa al recordarlos. Y promete ganar una medalla. El sueño de Yolande es más modesto, pero igual de intenso. “Quizás mi familia me vea y podamos volver a reunirnos”, anhela.

 Los cinco atletas sudaneses participarán de las competencias de 800 y 1500 metros. Se entrenaron en Kenia, donde corrían con calzados prestados o descalzos. Ahora, sus pies pisarán la pista olímpica, enfundados en zapatillas profesionales. 

“Este es el comienzo de nuestras vidas, que serán cambiadas para siempre”, resumió Yiech Pur Biel, de 21 años. A él, como a los otros 65 millones de refugiados, nadie le regaló nada. Si quiere un futuro mejor, deberá ganárselo con el sudor de su frente. O, en todo caso, con el de las plantas de sus pies.