Esta nueva edición semanal del L´Osservatore Romano en español, es encabezada por una virtud teologal cristiana: la esperanza. Con la afirmación que “La esperanza da sentido a nuestras vidas”, el papa Francisco, enlaza su homilía en la Misa por lo difuntos que se transcribe íntegramente en la página tercera de este ejemplar. En este tradicional mensaje, el Santo Padre expresó desde la iglesia del Pontificio colegio Teutónico de Santa María en Camposanto que: “Esta certeza, en el momento preciso, casi el último de la vida es la esperanza cristiana. Una esperanza que es un regalo: no nos pertenece... Esta certeza es un don de Dios, porque nosotros nunca podremos alcanzar la esperanza con nuestras propias fuerzas. Tenemos que pedirla. La esperanza es un don gratuito que nunca merecemos: se da, se regala. Es gracia…Hoy, pensando en los tantos hermanos y hermanas que se han ido, nos hará bien mirar los cementerios y mirar hacia arriba. Y repetir, como Job: «Sé que mi Redentor vive, al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro». Y esta es la fuerza que nos da la esperanza, este don gratuito que es la virtud de la esperanza. Que el Señor nos la dé a todos”.
Con ese mismo sentir, el Papa Bergoglio celebró la Misa por los cardenales y obispos difuntos. Luego de un recorrido por las grutas vaticanas que se ilustra con las fotografías de la oficina de prensa de la Santa Sede en la página once, el Sumo Pontífice resaltó que: “La oración en sufragio por los difuntos, elevada en la confianza de que viven con Dios, extiende así sus beneficios también a nosotros, peregrinos aquí en la tierra. Nos educa para una auténtica visión de la vida; nos revela el sentido de las tribulaciones que debemos atravesar para entrar en el Reino de Dios; nos abre a la verdadera libertad, disponiéndonos a la búsqueda continua de los bienes eternos”.
Es de destacar en esta edición, el evento “La economía de Francisco” que se llevó adelante con la participación de dos mil jóvenes de 115 países. La presentación y desarrollo del evento que se realizó en streaming desde la Sala de prensa de la Santa Sede el pasado 27 de octubre. Haciendo referencia a la pandemia, el franciscano conventual, Enzo Fortunato quien fue el responsable del evento, hizo notar que se «está exponiendo el sistema económico actual» poniéndolo frente a elecciones decisivas. De aquí la necesidad de «regenerarse a través de ese camino que san Francisco ayer con sus hijos y el Papa hoy han indicado a la sociedad de entonces y a la de hoy». En la práctica, añadió el padre Fortunato, estamos llamados a «repensar en las perspectivas que soñamos». Después citó los escritos del Pobrecillo de Asís: «Y yo trabajaba con mis manos y quiero trabajar... Quiero que todos trabajen». Expresiones que sintetizan de forma «emblemática el momento histórico que estamos viviendo».
Además de distintos documentos, mensajes, homilías y discursos oficiales tanto del Papa Francisco como de la Santa Sede, este ejemplar incluye, como es habitual, los dos encuentros presenciales semanales del Santo Padre. El Ángelus y la Audiencia General. En el primero de ellos, que se incluye en la segunda página, Francisco expresó desde la ventana del Palacio Apostólico frente a la Plaza San Pedro que: “Elegir la pureza, la mansedumbre y la misericordia; elegir confiarse al Señor en la pobreza de espíritu y la aflicción; esforzarse por la justicia y la paz, todo esto significa ir a contracorriente de la mentalidad de este mundo, de la cultura de la posesión, de la diversión sin sentido, de la arrogancia hacia los más débiles. Los santos y los beatos han seguido este camino evangélico”. Por su parte, en la catequesis de los miércoles en la tradicional audiencia general, el Papa desde la biblioteca privada del Palacio apostólico y prosiguiendo el ciclo sobre la oración dijo que: “Toda persona necesita de un espacio para sí misma, donde cultivar la propia vida interior, donde las acciones encuentran un sentido. Sin vida interior nos convertimos en superficiales, inquietos, ansiosos - ¡qué mal nos hace la ansiedad! Por esto tenemos que ir a la oración; sin vida interior huimos de la realidad, y también huimos de nosotros mismos, somos hombres y mujeres siempre en fuga. Finalmente, la oración de Jesús es el lugar donde se percibe que todo viene de Dios y Él vuelve. A veces nosotros los seres humanos nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos, vamos de un lado para otro. La oración nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación”.