Hace cuarenta años que Luiz Dulci es amigo de Lula. Secretario general de la presidencia durante sus dos gobiernos, fue testigo directo de su apogeo en el poder. Ahora, la coyuntura política es muy distinta: el Partido de los Trabajadores (PT) ya no está en el poder y Luiz Inácio Lula da Silva purga una condena de 8 años y 10 meses en prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero. En diálogo con PERFIL durante una gira que lo trajo a la Argentina, Dulci contó cómo vive Lula tras las rejas: “Hace tres semanas que estuve con él. Estaba indignado con la injusticia de su situación, pero psicológicamente bien y de muy buen humor. Siempre crece en los momentos de dificultad”.
—¿Cuál es su rutina?
—Sábado y domingo no tiene contacto con nadie. Durante la semana puede recibir visitas de abogados, un día a la semana de sus hijos y nietos, y los jueves de amigos, personalidades políticas, culturales, religiosas brasileñas e internacionales. Siempre le gustó conversar, interrogar, preguntar, y hace eso con los que lo visitan. El resto del tiempo lee. Le gustan las biografías. Tenía amistad con Nelson Mandela y leyó varios libros sobre él. También biografías de Vinicius de Moraes, Garrincha, Franklin Delano Roosevelt.
—¿Cuándo creen que será liberado?
—Lula ya tiene derecho de salir en prisión domiciliaria. Al principio, no quería solicitarlo. Ahora quedó claro que si sale puede aún probar su inocencia. Por eso autorizó a sus abogados. No tenemos todavía la decisión de la Justicia. Sectores de la Operación Lava Jato están acelerando otro proceso contra Lula, con ritmos que no son los usuales, para tener una condena en segunda instancia en el caso de Atibaia. Con eso impedirían su liberación.
Dulci, al igual que otros dirigentes del PT, defiende la inocencia de Lula y carga contra la “politización y partidización de sectores del Poder Judicial”.
“En la sentencia, el juez Moro reconoció que no tenía pruebas de la culpabilidad de Lula. Diversos derechos fueron flagrantemente violados, como escuchas clandestinas a sus abogados y a la presidenta Dilma Rousseff. La principal decisión de la Justicia fue impedir que Lula fuera candidato”, sostiene.
—¿Hace alguna autocrítica sobre los años del PT en el poder?
—El PT siempre defendió el financiamiento público de las campañas electorales. Intentamos cambiar la financiación privada, presentamos proyectos y fuimos derrotados. No tuvimos la necesaria perseverancia. Yo creo que eso fue un error. La financiación electoral de las empresas condicionó mucho a la política, no solo al PT, sino a todos los partidos.
—¿Cómo evalúa los primeros meses de gobierno de Jair Bolsonaro?
—Los resultados son muy negativos. Se hablaba en enero de que la economía iba a crecer 3%, pero ahora dicen que será medio punto o hasta crecimiento cero. No hay inversión pública, ni tampoco privada. Solo recortes. Los salarios pierden valor real. El desempleo ya está en el 14% de la población activa. Volvió el hambre. En cuatro meses de gobierno, Bolsonaro perdió 20 puntos de aprobación. En Brasil hay un sentimiento de decepción profundo. El fracaso de las políticas económicas neoliberales y sociales antipopulares es muy grave. Lo que en Argentina demoró tres años para quedar en evidencia en Brasil tomó tres meses.