A más de ocho meses de comenzado su papado, los gestos de Jorge Mario Bergoglio no dejan de sorprender al mundo entero. Después del conmovedor abrazo que le dio a Vinicio Rivas, un hombre enfermo de neurofibromatosis, el Papa volvió a estar en boca de todos.
Esta vez, cuando recorría la Plaza San Pedro, Francisco se detuvo para saludar a un hombre con el rostro visiblemente desfigurado por un padecimiento de salud.
El Papa, que desde el primer día pidió por una Iglesia al servicio de los más necesitados, se dirigía a la audiencia que encabeza todos los miércoles en San Pedro. Pero no le molestó retrasarse por conversar durante extensos minutos con el hombre.
Hace dos semanas, el Pontífice se había detenido a saludar a Vinicio Rivas, un hombre enfermo de neurofibromatosis, un trastorno hereditario en el cual se forman tumores en la piel y los nervios del cerebro. "Era como estar en el paraíso", expresó después Vinicio.