La 36ta cumbre de Presidentes del Mercosur, celebrada esta semana en Costa do Sauipe, Brasil, obligará a los mandatarios a reconsiderar los lugares que eligen como sede. Es que el marco relajante y las paradisíacas playas locales no son apropiadas para el duro trabajo diplomático.
Preguntenselo a Cristina Fernández de Kirchner, que llegó tarde a la cumbre y se excusó diciendo: "Este lugar es bellísimo. No da muchas ganas de trabajar". O consulten a la presidente chilena Michelle Bachelet, que eligió darse un chapuzón matutino en las aguas brasileñas, y le sacaron unas fotografías in fraganti que recorrieron el mundo y armaron un escándalo en su país.
Bachelet salió a las 6.30 de su hotel y se dirigió a la playa junto a su amiga y funcionaria del palacio de La Moneda, María Angélica Álvarez. Mientras nadaban, un fotógrafo de la agencia EFE las retrató en traje de baño sin que se dieran cuenta (sólo en una foto parece enterada del hecho).
El revuelo que armaron las fotos en los medios de comunicación de Chile - y de todo el continente- obligó al vocero presidencial, Francisco Vidal, a defender a Bachelet: "Cuando uno se levanta en la mañana tiene como tres opciones: Seguir revolcándose en la sábana, bostezando; otros salen a correr y a la Presidenta le gusta bañarse si hay playa", explicó a la prensa.
Vidal argumentó ante los medios que la Presidente "es un ser humano normal, que se saca la mugre [se esfuerza mucho] trabajando por todos nosotros y por Chile", y concluyó: "en consecuencia, que ella se levante si está frente a la playa, me imagino, y vaya y se pegue un chapuzón, ¿qué problema?"
Bachelet es una de las mandatarias más populares del continente. Su imágen positiva asciende al 56,8 por ciento, diez puntos más que en noviembre de 2007. Restará ver si el escándalo disminuye su nivel de aprobación.
"La pregunta de fondo es, ¿tiene vida privada una Presidenta o un Presidente? Uno quisiera un poquito", afirmó Vidal, y concluyó que la privacidad de las figuras públicas "queda más bien al criterio del que saca las fotos".
La cumbre de 2007, en Río de Janeiro tuvo un momento similar cuando el presidente de Colombia, Alvaro Uribe junto a cuatro guardaespaldas por un lado y Evo Morales junto al canciller chileno, Alejandro Foxley por el otro, corrieron juntos los cuatro kilómetros de la playa de Copacabana.