Como si tuviera poco con la crisis política y económica que padece Brasil, la presidenta Dilma Rousseff enfrenta ahora la presión creciente de las principales centrales sindicales del país, que condicionan su apoyo en las calles frente a un eventual impeachment contra la mandataria a que el gobierno abandone el programa de ajuste fiscal.
Semanas atrás, los sindicatos y movimientos sociales que respaldan al Partido de los Trabajadores (PT) habían interpretado como una señal positiva la salida del ex ministro de Hacienda, el ortodoxo Joaquim Levy, a quien veían como el artífice de las políticas de austeridad adoptadas por el Palacio de Planalto. Las bases petistas recibieron con beneplácito la designación de Nelson Barbosa, un desarrollista cercano a Lula da Silva situado lejos del pensamiento económico de su antecesor Levy.
Sin embargo, el idilio duró poco. Esta semana, el presidente nacional del PT, Rui Falcão, le reclamó públicamente “más osadía” a Rousseff y “la construcción de una agenda económica que devuelva al pueblo la confianza perdida después de la frustración de los primeros actos de gobierno”. Fue luego de que el propio Barbosa avalara un proyecto de reforma previsional que entrará al Congreso en febrero, y que incluye la posibilidad de elevar la edad mínima jubilatoria. Según una encuesta difundida esta semana por la Central Unica de Trabajadores (CUT), el 88% de los afiliados rechaza los cambios propuestos.
En ese marco, el poder sindical se ha sumado a la línea de reclamo de Falcão y el PT. Las tres principales centrales de trabajadores de Brasil, que juntas abarcan a 4.400 sindicatos, advirtieron ayer en una nota publicada por el diario O Estado de S. Paulo que no tolerarán el ajuste. “El país no soporta más este recetario –declaró Sérgio Nobre, secretario general de la CUT–. Espero que el gobierno no cometa el error fatal de defender reformas previsionales y laborales en un escenario tan difícil como este comienzo de 2016”.
Aliada natural del PT, la CUT fue clave en todas las manifestaciones populares frente al avance del proceso de impeachment contra Rousseff. Hace dos semanas, movilizó a cien mil personas en apoyo a la presidenta. Pero la CUT no es la única que alza su voz contra el ajuste. El presidente de Fuerza Sindical, Miguel Torres, dijo que Barbosa “se pegó un tiro en el pie” en su intento por “agradar a los mercados”.
El presidente de la Unión General de los Trabajadores (UGT), Ricardo Patah, fue aún más explícito: “Estoy totalmente contra el impeachment. Pero las energías del país están concentradas en ese debate. El gobierno debe centrarse en retomar el crecimiento”.
Basura en Río
Los dos millones de personas que festejaron la llegada del Año Nuevo en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, dejaron a su paso 315 toneladas de basura, de las cuales 48 fueron recicladas, según indicó el viernes la empresa municipal de limpieza Comlurb.
Desde las seis horas de la mañana del viernes, 1.165 basureros, apoyados por 247 camiones, recogieron la basura a lo largo de los 6 kilómetros de playa, cuando las últimas personas que festejaron la llegada de 2016 aún dormían en la arena.
Cuatro horas después, la playa estaba limpia, mientras cariocas y turistas llegaban en masa para intentar aprovechar una nueva jornada de calor, de alrededor de 40 grados.