Los restos mortales del criminal de guerra nazi Erich Priebke serán sepultados en Italia, en un lugar secreto para evitar que su tumba sea un lugar de peregrinaje para los neonazis. “No será en Roma ni en la región, puesto que está prohibido por una ordenanza del prefecto”, anunció ayer su abogado Paolo Giachini. Así, se puso fin a la controversia destada tras la muerte del condenado por la matanza de las Fosas Ardeatinas, luego de que la Argentina y Alemania se negaran a recibir su cuerpo.
Priebke cometió una última feroz maldad antes de morir. “Los autores comunistas del atentado contra los policías sabían que iba a haber una represalia. Lo hicieron a propósito porque esperaban provocar una revolución de la populación y no lo lograron”, dice el criminal nazi en idioma italiano con un fuerte acento alemán, en un video difundido post mortem.
Su abogado, conocido por su cercanía a los sectores de extrema derecha, aseguró haberlo realizado poco tiempo antes que el ex capitán de las SS falleciera, a los cien años, el viernes de la semana pasada. “No se podía desobedecer a Hitler”, se escucha a Priebke decir, sentado en su casa romana donde, después de haber vivido por cuarenta años en Argentina, cumplía desde 1998 una condena a cadena perpetua por la masacre en 1944 de las Fosas Ardeatinas, que dejó 335 civiles muertos (75 de ellos eran judíos). Palabras sin ningún fundamento histórico, una de las miles de adaptaciones de la teoría de la obediencia debida.
Roma no quiere tener su tumba. El alcalde Ignacio Marino, que vetó funerales públicos para Priebke, repite rotundamente: “No podíamos aceptar que el funeral del verdugo nazi se celebrara en Roma”.
Una solemne ceremonia religiosa, decidida por el movimiento católico ultraconservador lefebvrista en Albano Laziale, en los alrededores de la capital, fue anulada después de que la gente del pueblo se volcara a la calle y pateara al féretro de Priebke y a las decenas de militantes de movimientos pronazis que fueron a homenejarlo.
El prefecto de Roma, Giuseppe Pecoraro, ordenó llevar el cadáver al aeropuerto militar, revelando “estar en contacto con Alemania”, país de nacimiento del ex capitán nazi. Ese país trató de sacarse de encima el cuerpo de Priebke. “Toca a la familia decidir lo que quiere hacer con los restos de un alemán fallecido en el extranjero”, dijo a PERFIL el cónsul alemán.
Sin embargo, la familia Priebke tampoco quiso hacerse cargo. Pidió que fuera respetado el derecho del fallecido a “tener funerales” y después dejó de contestar al teléfono a las autoridades italianas, hasta que el hijo del ex capitán que vive en Nueva York aceptó dar la cara y pedir que el padre sea sepultado en Alemania. Ahora parece que el ex nazi será enterrado en Italia. Pero nadie sabe dónde.