INTERNACIONAL
Se termin la pachanga

Raúl Castro, el jefe de personal más duro de Cuba

Busca disciplinar a burócratas, impuntuales y a corruptos que roban bienes al Estado. Trabajadores se quejan porque dicen que no pueden llegar a horario a sus puestos por las deficiencias en el transporte.

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| Cedoc

El presidente provisional de Cuba, Raúl Castro, aplicará a partir de mañana sábado una rigurosa disciplina para dirigentes y  funcionarios, a fin de frenar la corrupción, elevar la eficiencia y acabar con la burocracia enquistada en el aparato estatal.

Pragmático y estricto jefe de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, al mando de Cuba desde el 31 de julio de 2006 debido a que su hermano Fidel enfrenta una crisis de salud, decretó en los últimos meses reglamentos disciplinarios para empleados y mandos altos y medios.

El último reglamento en entrar en vigencia el sábado, sanciona a los directivos por ausencias y llegadas tardías al trabajo, negligencia en la aplicación de controles, pérdida o robo de los bienes del centro laboral y, entre otras infracciones más, por nepotismo.

"En el comportamiento ético de los cuadros, dirigentes y funcionarios debe estar presente en todo momento", dice el decreto y agrega que además se debe cumplir con la ley y ser "con su ejemplo personal de consagración, honestidad y comportamiento, un patrón de conducta a seguir por los trabajadores", subraya el texto.

Entre las sanciones establece desde amonestaciones en "privado" o "ante el colectivo" hasta despidos, reubicación en puestos de inferior categoría y separaciones del cargo por periodos de seis meses a un año.

"Con el control del combustible, por ejemplo, nos llevan de la mano y corriendo, ya nos redujeron más de la mitad de la cantidad que teníamos y los planes de producción son los mismos, estoy al volverme loco", declaró a la agencia de noticias AFP un ejecutivo de una empresa estatal.

Asimismo, otro decreto establece sanciones a los trabajadores que no sean responsables con el cuidado de los bienes de las empresas estatales, que frecuentemente son sustraídos para ir a parar al dinámico "mercado negro" de la isla.

En abril entró en vigor un nuevo y riguroso reglamento en todos los centros laborales para "fortalecer la disciplina", "elevar el
aprovechamiento de la jornada laboral y la productividad del trabajo".


Sanciona, con la eliminación de primas, traslados a otros centros laborales o despidos, a quienes cometan ilegalidades, sean impuntuales, no cumplen a cabalidad el horario laboral, abandonan el trabajo sin autorización o no cuidan los recursos.

Ese reglamento debía de haber entrado en vigor en enero, pero fue pospuesto a abril para hacer ajustes en el transporte, crítico en la isla, a fin de que los empleados puedan llegar a tiempo al centro laboral.

Sin embargo, muchos trabajadores, aunque se esfuercen, siguen enfrentando serias dificultades para cumplir con el nuevo reglamento. Otros simplemente estaban acostumbrados a un ritmo suave y a ausentarse del trabajo con cualquier pretexto.

"Tengo 32 años y acabo de dejar de trabajar, porque qué estímulo voy a tener si ganaba 350 pesos (14 dólares) y todo se me iba en pagarle al botero (taxista por cuenta propia) para que me llevara a la pincha (trabajo). Prefiero estar en la casa o buscar un trabajo donde pueda resolver", dijo una ex asistente en una fundación cultural.

Los bienes robados de las instituciones del Estado, que controla más del 90 por ciento de la economía cubana, sirven para el "resolver" los problemas de la vida cotidiana, pues es la principal fuente que alimenta el "mercado negro" en Cuba.

Poco antes de caer enfermo, Fidel Castro emprendió una cruzada contra el despilfarro y las ilegalidades, sobre todo el robo de combustibles. Pero su hermano Raúl ha llevado al terreno la batalla contra la corrupción y la burocracia.

Raúl Castro apuesta a un sistema de gestión empresarial aplicado por los militares desde hace 20 años para aumentar el control y la eficiencia de la empresa socialista. "Para tener más, hay que partir de producir más", advirtió en un sonado discurso en la fiesta patria del 26 de julio, cuando el general exigió: "rigor, orden y disciplina".