Desde esta semana, y por primera vez en casi seis décadas, Cuba es gobernada por alguien que no lleva el apellido Castro. Tras el recambio gubernamental en la isla, el politólogo y sociólogo argentino Atilio Borón, un intelectual ideológicamente afín al castrismo, dialogó con PERFIL sobre los desafíos que enfrentará el nuevo gobierno cubano, liderado por Miguel Díaz-Canel, y sobre el rol que cumplirán a partir de ahora Raúl Castro y la vieja guardia revolucionaria.
—Díaz-Canel pertenece a la generación nacida luego de la Revolución. ¿Eso qué implica?
—Es un dirigente muy formado, con una larga militancia en las filas de la Revolución, experiencia práctica de gestión y muy conectado con el mundo actual. Acumuló gran experiencia durante tantos años junto a Raúl. Es el personaje indicado para dar continuidad y renovación. En cuanto a su condición de “posrevolucionario”, Díaz-Canel no tiene la legitimidad de la vieja guardia, pero es un hijo directo de la Revolución. La construcción de su propia legitimidad dependerá de su eficiencia para avanzar en las reformas económicas. De hecho, en su último discurso, Raúl advirtió que aún no se avanzó lo suficiente.
—¿Qué rol cumplirán ahora Raúl Castro y los demás de su generación?
—Raúl tendrá un papel importante. Sigue siendo el general de las Fuerzas Armadas y el secretario del Partido Comunista. Pero será un rol de resguardo moral y político más que de función en la gestión. La vieja guardia estará ahí como referencia. Ahora bien: Díaz-Canel afrontará un desafío muy difícil, ya que asume en un momento en el que los Estados Unidos están apretando fuerte las clavijas sobre Cuba. Para una política económica exitosa se necesita, por ejemplo, que los bancos internacionales faciliten las operaciones de comercio exterior de Cuba. Pero esos bancos pueden sufrir multas fenomenales del Departamento del Tesoro estadounidense si operan las importaciones de productos farmacéuticos a la isla o sus exportaciones de alimentos. Lo mismo ocurre con los obstáculos que impone EE.UU. para viajar a Cuba. Por eso Díaz-Canel tiene, en cierta medida, las manos atadas.
—¿Qué cabe esperar en cuanto a las reformas económicas estructurales? Por ejemplo, la prometida salida de la doble moneda.
—El gobierno buscará salir cuanto antes de la doble moneda, aunque obviamente no será tan sencillo. Pero tengo confianza en que el proceso será finalmente exitoso. Si hay un pueblo que demostró ingenio e inventiva en nuestro continente es el pueblo cubano.
—¿Cómo imagina la relación entre el nuevo gobierno cubano y el gobierno de Donald Trump?
—Aunque Barack Obama era un líder marketinero, y aunque dijo más de lo que hizo, es cierto que durante su gestión hubo un relajamiento en las relaciones con Cuba. Ahora lo que vemos es un endurecimiento. Aun así, intuyo que el gobierno cubano intentará no polemizar con Trump. Cuba siempre estuvo dispuesta a establecer relaciones normales con los EE.UU.n