Millares de protestantes marchan en las plazas de Damasco, Homs, Hama y otras ciudades, con especial incremento los días viernes, -ya que luego de realizar las oraciones del feriado religioso-, se agrupan y comienzan a gritarle al presidente Bashar Assad “que ya es hora de que se vaya”.
La represión en Siria ya lleva acumulado estos meses pasados más de 1.200 muertos. Militares ubicados en puestos estratégicos disparan con armas largas a las agrupaciones de activistas y arrestan a todo enviado de prensa que intente mostrar lo que allí ocurre. Las imágenes que se ven en la Internet son solamente de celulares, las que filmadas en las corridas, reviven fuego de metralla y gritos por doquier. Este fin de semana, para evitar más marchas y para filtrar la información, Siria ha cortado el acceso a la Web.
Lo que ocurre en Siria no es nuevo. Ya ocurrió en Egipto y Túnez, aunque en estos países hubo una transición del poder y no hubo represión militar. Assad aún se defiende, pero los analistas de inteligencia creen que podría allí haber una guerra civil, parecida a lo que ocurre en Yemen o en Libia, pues es muy posible que el líder sirio – que visitara la Argentina en Junio del 2010-, se niegue a las demandas de cambios democráticos que los revoltosos le exigen. También su futuro dependerá de cuanta población se pliegue a las protestas y la capacidad de control que puedan tener los clérigos musulmanes, cristianos y alawitas, quienes por ahora intentan llevar calma a sus fieles. Muchos recuerdan un movimiento similar hace unos 30 años atrás que también terminó con centenares de muertos y un baño de sangre, similar a lo que está ocurriendo estos días.
Mientras tanto, este país de 20 millones de habitantes, comienza a hacer aislado internacionalmente. Estados Unidos la semana pasada le ha impuesto sanciones. Muchos creen que lo que ocurra en Siria finalmente tendrá impacto en Irán, su aliado más importante durante las últimas décadas.
Las protestas en el día de ayer tuvieron un sentido emocional. Los miles que marcharon –y fueron reprimidos- protestaban por la muerte de un niño de 13 años (Hamza Ali al Khateeb) que junto con otros seis chicos fuera torturado, mutilado y ejecutado, y cuyo cuerpo fuera devuelto a sus familiares para su entierro. Ayer la marcha se conoció como “el Viernes de los Chicos”, dedicada a su memoria. Y nuevamente trajo una gran cantidad de bajas, 63, según varias agencias informativas.
(*) Especial para Perfil.com.