Los resultados de las elecciones celebradas en Tailandia el domingo pasado reafirmaron la influencia del ex Primer Ministro Thaksin Shinawatra en la vida política de ese país. El Partido Pheu Thai que llevaba como candidato a Yingluck Shinawatra, hermana menor de Thaksin, obtuvo la mayoría absoluta y ha logrado conformar una coalición con partidos menores para gobernar durante los próximos cuatro años.
El Primer Ministro Thaksin fue destituido por un golpe de estado en setiembre de 2006 en medio de acusaciones de corrupción, abuso de poder, políticas populistas y enemistad con la Monarquía. El Gobierno militar abolió la Constitución consensuada de 1997, promulgó una nueva, disolvió el partido de Thaksin y proscribió a 111 de sus principales dirigentes. En las elecciones de diciembre de 2007, volvió a triunfar el partido identificado con el ex Primer Ministro y los dos años subsiguientes se convirtieron en una pesadilla ante la resistencia de grupos minoritarios, protegidos por los militares, que buscaban el cambio de gobierno.
El Primer Ministro Samak fue destituido por la Justicia acusado de haber percibido indebidamente 150 dólares por su participación en un programa televisivo de cocina, lo cual fue considerado incompatible con su función oficial. El segundo Primer Ministro, Somchai Wongsawat, cuñado de Thaksin, fue obligado a renuncia cuando la Justicia disolvió el partido y proscribió a otros dirigentes por presuntas prácticas de compra de votos.
En este período, la oposición impidió el funcionamiento del Aeropuerto y ocupó la Casa de Gobierno identificándose con el nacionalismo y legítimos defensores de la Monarquía. Estos grupos se afirmaban teóricamente en el relativismo cultural y sostenían que la democracia y los derechos humanos eran un invento occidental, innecesario y ajeno a los valores asiáticos.
El Partido Demócrata, primera minoría, bajo el liderazgo de Abhisit Vejjajiva, se ofreció como opción para la conformación de un gobierno de coalición con una fracción del disuelto partido de Thaksin en diciembre de 2009. Durante su mandato, se sucedieron numerosos enfrentamientos con un sector radicalizado de los simpatizantes del ex Primer Ministro Thaksin que culminaron con la intervención del ejército y el asesinato de 92 personas en mayo de 2010. En este período, el Gobierno implementó cuantiosas políticas sociales para lograr la adhesión de los sectores rurales pero al mismo tiempo restringió la libertad de expresión y acentuó la persecución de los sectores disidentes.
Los resultados de las elecciones retrotraen la situación al año 2006 y revelan el fuerte lazo que aún une al ex Primer Ministro Thaksin con los sectores desfavorecidos y rurales: supo despojarse de la rigidez del protocolo que le demandaba su cargo y tuvo la visión de vincularse directamente con el campesinado, lo cual trastocó algunos de los valores jerárquicos que aún perduran en sociedades de transición.
Tailandia tuvo un rápido crecimiento económico a partir 1985 cuando abrazó la economía de mercado y comenzó a recibir las inversiones de las empresas multinacionales que buscaban mano de obra barata. Este proceso provocó modificaciones sociales y cambios en las expectativas que indudablemente iban a tener consecuencias sobre la organización política. La crisis de 1997 fue el detonante para el cambio de paradigma y para la emergencia de nuevos protagonistas. Thaksin, cuyo origen social es diferente al de las elites privilegiadas de Bangkok, supo convertirse en su interlocutor. Las acusaciones de corrupción, abultada fortuna y despilfarro no fueron suficientes para modificar el sentimiento de afecto que siente la mayoría de la población hacia su liderazgo.
En cambio, el Partido Demócrata en este mismo período rehusó participar de las elecciones convocadas en abril de 2006, apoyó el golpe de estado, se cobijó detrás de grupos de choque para desestabilizar tres gobierno democráticos, se ofreció como tabla de salvación del ejército, incitó al enfrentamiento con Camboya y sus líderes están educados en las mejores universidades inglesas.
La situación en Tailandia tiene una fuerte semejanza con la historia del peronismo, y la prensa de ese país ha señalado en diversas ocasiones la similitud entre Thaksin y Perón. Las condiciones históricas son diferentes y el mundo ha sufrido grandes cambios desde 1940. Pero los problemas de Tailandia parecieran reflejar las dificultades de las economías emergentes para resolver sus conflictos dentro del sistema e instituciones democráticas en especial cuando los personajes del pasado deben dar lugar a los actores del futuro.
(*) Diplomático de carrera, ex embajador en Tailandia
Especial para Perfil.com.