Egipto volvió a escribir ayer otra de sus páginas más negras, tras los violentos enfrentamientos entre partidarios y adversarios del presidente Mohamed Morsi, que culminaron con ocho muertos y centenares de heridos. Por primera vez desde el golpe de Estado del miércoles, los Hermanos Musulmanes colmaron las calles y exigieron la restitución del jefe de Estado, al tiempo que se enfrentaron con el Ejército y con militantes de la oposición. “Morsi es nuestro presidente” y “¡Traidores!”, fueron los principales lemas de los islamistas, que buscaban defender al hombre que ganó las elecciones hace un año.
Los enfrentamientos dejaron ocho víctimas fatales y 285 heridos, según informó el Ministerio de Salud de ese país. Ante el tenor de la violencia, el gobierno de transición, comandado por el ex juez de la Corte Adli Mansur, establecería en las próximas horas el toque de queda.
La violencia estalló en los alrededores de la plaza Tahrir de El Cairo. A pocas cuadras de ese lugar, se oyeron disparos, mientras los dos bandos en disputa tiraban piedras. Los islamistas habían convocado a un “viernes del rechazo” del “golpe de estado militar” y del “estado policial”, que detuvo a integrantes de los Hermanos Musulmanes, la agrupación a la cual pertenece Morsi, que estaría aún en manos de las Fuerzas Armadas.
El guía supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, participó ayer de las masivas manifestaciones de los islamistas. Badie, de traje negro y camisa blanca, habló a la multitud, afirmando que “millones” de personas permanecerán movilizadas en las calles hasta que Morsi vuelva a ocupar la presidencia. El líder de los Hermanos Musulmanes dijo que el golpe “no es válido” y llamó al sacrificio de sus seguidores.
En tanto, los partidarios del golpe movilizaron a miles de manifestantes a la plaza Tahrir, para “defender la revolución del 30 de Junio”, en referencia a la fecha en que comenzó la masiva movilización que culminó con la caída de Morsi.
En el plano diplomático, Estados Unidos pidió a las autoridades que no lleven a cabo “arrestos arbitrarios” contra los partidarios de Morsi y la Unión Africana (UA) suspendió ayer la participación de Egipto, tras el “cambio inconstitucional de poder”.
Mientras ardían las calles de todo el país, el presidente interino designado por el Ejército disolvió el Parlamento. Mansur, quien también designó un nuevo jefe para los servicios de inteligencia, disolvió la cámara, cuya mayoría era favorable a Morsi.
El Ejército pidió rechazar la “venganza” e hizo un llamamiento a la “reconciliación nacional”. El Ministerio de Interior advirtió que responderá con “firmeza” a los disturbios y desplegó tanques blindados en la capital, al tiempo que sobrevolaban sobre El Cairo aviones militares.