Cambió su tradicional cartera negra por el bastón, el whisky diario por el gin tonic diluido; las salidas frecuentes a exclusivos restaurantes con políticos y empresarios, por cenas ocasionales con leales seguidores; su secretario personal, por una enfermera; pero en el fondo, la Dama de Hierro sigue siendo la misma.
Aunque la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, de 86 años, ha sufrido en los últimos años una serie de apoplejías menores que le afectaron la memoria y padece de una demencia senil en su etapa inicial, sigue manteniendo sus rutinas diarias a rajatabla, que organiza desde su coqueto búnker, una mansión de cuatro pisos frente a la plaza Chester Square, en pleno corazón del barrio de Belgravia y a sólo metros del Palacio de Buckingham.
Hoy la anciana, que en otros tiempos fue la figura más poderosa de Gran Bretaña y que gusta llamarse "heroína" de la guerra de Malvinas, elige la soledad de su casa junto a su enfermera de hace más de diez años, Kate, quien la lleva al parque frente a su propiedad de US$ 25 millones.
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