Tras casi una semana de violencia, que dejó un trágico saldo de 18 muertos y amenazó seriamente al presidente Evo Morales, la paz comenzaba a reestablecerse hoy en Bolivia mientras Gobierno y oposición lograban dar inicio a un proceso de diálogo.
Justo cuando la confrontación parecía ser el único camino posible, las partes acordaron reanudar el diálogo, que fue instalado ayer por la noche en el presidencial Palacio Quemado de La Paz, en medio de acusaciones cruzadas.
Como una "señal de buena voluntad", la oposición ordenó el cese de las protestas en el país, aunque prevalecían bolsones de resistencia en Pando, región fronteriza con Brasil, donde, según el Gobierno, grupos armados opositores mataron el jueves pasado a 16 campesinos leales a Morales.
Para contener la espiral de violencia en Pando, el Gobierno decretó el viernes un estado de sitio en la región, militarizó su capital, Cobija, y responsabilizó a su prefecto, Leopoldo Fernández, -sobre quien pesa una orden de captura-, de la masacre de campesinos inermes.
A pesar de que las posiciones antagónicas permanecen, la mesa de diálogo quedó instalada entre representantes del Gobierno y uno de los cinco prefectos rebeldes, el gobernador del departamento de Tarija, Mario Cossío.
El vicepresidente Álvaro García Linera, que encabeza el diálogo, anunció en tanto su "amplia predisposición a discutir los temas de fondo" que mantienen dividida a Bolivia en posiciones aparentemente irreconciliables.
Los cinco prefectos rebeldes (Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Chuquisaca), de los nueve que tiene Bolivia, plantearon negociar "sin condicionamientos previos" todos los temas que los separan con el Ejecutivo. Sin embargo, García replicó que su Gobierno "no va a negociar los muertos" registrados el jueves en Pando.
El vicepresidente planteó además la devolución de las oficinas públicas, plantas y ductos petroleros que fueron tomados y saqueados por vándalos al servicio de las organizaciones civiles regionales que quieren imponer contra viento y marea los gobiernos autonómicos no reconocidos en la Constitución.
Cossío consideró que "existen señales de voluntad de dar este paso más" al liberar los 35 puntos de rutas cortadas por leales a los prefectos, donde paulatinamente comenzó a restablecerse el tráfico de vehículos.
Mientras, el líder de la oposición civil, el dirigente de la Asociación Pro-Santa Cruz Branko Marinkovic, ordenó "como una señal de buena voluntad" levantar los bloqueos de carretera". La orden, dijo, es extensiva a todo el país.
La aguda crisis política ha despertado preocupación en los países de la región, que abogan por una salida pacífica en los marcos democráticos. Por ello, ante la gravedad de la situación boliviana, la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) anunció que se reunirá hoy en Santiago, con la participación de Evo Morales.
Por su parte, el presidente venezolano Hugo Chávez acusó ayer al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Luis Trigo, de no obedecer las órdenes de Morales, y reiteró que no se quedará "de brazos cruzados" si su aliado boliviano es derrocado.
En medio del conflicto, el embajador estadounidense en Bolivia, Phillip Goldberg, abandonó el país ayer, tras ser expulsado por el gobierno de Bolivia. Esta decisión tomada por Morales "podría tener efectos serios en muchas formas que al parecer no han evaluado apropiadamente", dijo Goldberg.
Particularmente se refirió a la lucha contra el narcotráfico, a la que su país apoya con ayuda económica y logística. "Es un problema que tiene que ser enfrentado con determinación, antes que esta plaga se expanda aún más en nuestras sociedades", afirmó.
Fuente: AFP