Washington
Donald Trump volvió a la carga. Luego de haber sorprendido esta semana con un moderado discurso ante el Congreso, el presidente estadounidense retomó su estilo furibundo y cargó contra uno de sus blancos predilectos: Barack Obama. En una catarata de mensajes en su cuenta de Twitter, Trump acusó a su antecesor de haber “pinchado” sus comunicaciones durante la última campaña electoral. Sin embargo, no presentó ninguna prueba de ello. La acusación fue rotundamente desmentida por Obama. La ofensiva del magnate llega en un momento en que al magnate le sirve desviar la atención del escándalo por los contactos de sus asesores con el gobierno de Rusia.
“¡Terrible! Acabo de descubrir que Obama tenía mis cables pinchados en la Trump Tower justo antes de la victoria. No encontraron nada. ¡Esto es macartismo!”, fue el primer tuit que el mandatario escribió ayer a las seis y media de la mañana desde su mansión en Palm Beach, Florida. “Apuesto a que un buen abogado haría un gran caso con que el presidente Obama intervino mis teléfonos en octubre”, prosiguió, luego de aseverar que la supuesta intervención habría sido ilegal.
Sin evidencias. Ninguna prueba o documento acompañó los tuits de Trump. Obama evitó entrar en un intercambio dialéctico y simplemente desmintió la información a través de su vocero, Kevin Lewis: “Ni el presidente Obama ni ningún funcionario de la Casa Blanca ordenaron jamás vigilar a ningún ciudadano estadounidense. Cualquier sugerencia en otro sentido es sencillamente falsa”.
A los fines de Trump, poco importa si existe o no algo que respalde las acusaciones. Para el magnate, se trata de polarizar contra un virtual enemigo en un momento en el que se ve urgido de hallar una vía de escape ante múltipes frentes políticos que lo aquejan. De allí la grandilocuencia de sus aseveraciones. “Qué bajo ha caído el presidente Obama para pinchar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate. ¡Qué tipo malo (o enfermo)!”, remató.
La gravedad de sus afirmaciones no tiene precedentes. Sin embargo, si se comprobara su falsedad, ésta no sería la primera vez de Trump en las artes de la falsa información. Antes de asumir como presidente, pasó cinco años diciendo que Obama no había nacido en los Estados Unidos. Aquella mentira le sirvió a “The Donald” para ganar horas en el prime time televisivo y, de paso, dirigirse en forma directa al entonces inquilino de la Casa Blanca.
Posverdad. En ocasiones, Trump ha difundido información falsa o errónea que obtuvo de sus medios de prensa favoritos. Así fue cuando dijo equivocadamente que Suecia era un país bajo amenaza terrorista luego de haber visto un informe amarillista de Fox News. En esta oportunidad, sus tuits contra Obama podrían tener origen en el sitio web Breitbart, acérrimo defensor de Trump que fue dirigido por su asesor estrella, Steve Bannon, donde se publicó recientemente que Obama empleó métodos típicos de un “Estado policial” contra Trump en las elecciones.
Sea como fuera, la ola provocada por sus acusaciones le resulta funcional al mandatario, quien en los últimos días se ha visto en problemas por las revelaciones de la prensa acerca de que algunos de sus funcionarios y asesores mantuvieron contactos secretos con representantes del gobierno ruso de Vladimir Putin. Lo cual ha generado suspicacias ya que se presume que, en las mismas fechas en las que ocurrieron esos contactos, el Kremlin lanzó ciberataques para perjudicar la candidatura demócrata de Hillary Clinton. n