INTERNACIONAL
Jugadoras en China

Una pasión que lleva mil años

Zhao Lina es arquera y referente de la selección femenina. Sin recursos ni millones, su equipo rinde mucho más que el de los hombres. Galería de fotos

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"Nana" Lina tiene 26 años y mide 1,90. Su sueño es ganar un Mundial. | AFP

Desde Shanghai

Las mujeres chinas juegan al fútbol hace mil años. Está probado. En el siglo XII, el artista imperial Su Hanchen, protegido del emperador Huizong de la dinastía Song, retrató a cuatro cortesanas pateando una pelota de cuju, un juego que consistía en golpear con el pie un balón relleno de plumas hasta embocarlo en una red sostenida con cañas de bambú, en el centro de un campo rectangular. La FIFA considera al cuju como el origen del fútbol que conocemos hoy.

Zhao Lina es la última exponente de esa tradición milenaria. Arquera y referente de la selección nacional, “Nana” es la cara del fútbol femenino en China, donde las mujeres no sólo juegan hace mil años sino que además lo hacen mucho mejor que los hombres.

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“El problema es el mismo que en todo el mundo: si el público mira sólo fútbol masculino, el mercado se concentra sólo en el fútbol masculino”, le dice Nana a PERFIL. “La gente ni siquiera sabe que hay equipos profesionales de mujeres. Se creen que trabajamos de otra cosa y que entrenamos en los ratos libres. Pero hacemos el mismo esfuerzo que los futbolistas varones”.

El Estado chino invierte millones de dólares en estimular el desarrollo del fútbol masculino. El presidente Xi Jinping está obsesionado con que China juegue, organice e incluso gane algún día un Mundial. Es parte de su estrategia para arrimarse culturalmente a Occidente. Por eso los pases siderales de la Súper Liga china, las contrataciones de miles de profesores y entrenadores extranjeros, los proyectos futbolísticos en escuelas y los gastos en infraestructura y estadios.

Pero los resultados no acompañan. La selección masculina nunca ganó la Copa de Asia y sólo clasificó una vez a la Copa del Mundo, en 2002, cuando se fue sin marcar ni un gol. 

En cambio, el equipo de Nana ilusiona. Las Rosas de Acero, como se conoce al seleccionado femenino, ya se coronaron ocho veces campeonas de la competición continental y van a jugar el Mundial 2019 en Francia. Pero para ellas no hay dinero ni atención. Nana, deportista de alta competición y nivel internacional, gana menos que un oficinista mediocre y juega de local en el campus prestado de una universidad. 

Nana tiene 26 años y, aunque tuvo varias ofertas para irse afuera, prefirió quedarse en su club de siempre, el Shanghai RCB. Jugó toda la vida en su ciudad. “Cuando estaba en primer grado de la escuela, un profesor me vio condiciones físicas y me sumó a su equipo. Yo ni sabía lo que era el fútbol, pero me divertía pasar el rato con mis compañeras. Desde el primer día fui arquera, por mi altura”. Para Nana es difícil pasar desapercibida: no hay muchas chinas de un metro noventa.

Hace un par de años también la tentaron para cambiar el arco por la pasarela. Estuvo a punto de firmar contrato con una agencia de modelos, pero al final le tiró más la pelota. Aunque todo sea tan cuesta arriba. “Sin exagerar, además de nuestros papás, a los partidos nos vienen a ver un par de docenas de hinchas. Ojalá eso cambie algún día”.

Con o sin público, Nana se permite soñar con lo que no podría ninguno de los jugadores de la selección masculina: ganar un Mundial. “Me gustaría llegar a lo más alto del fútbol internacional y que el mundo entero conozca el estilo de las Rosas de Acero”.