Una secta mantuvo durante diez años bajo tierra a más de 20 chicos, de entre 18 y 17 años junto a sus padres en Kazán, capital de de la república rusa de Tartaristán.
"Los chicos no tenían contacto con el mundo exterior, no fueron a la escuela, no fueron a instituciones médicas, lo que constituye la peor de las violaciones de los derechos del niño", aseguró un portavoz del Ministerio del Interior de Tartaristán.
En la mayoría de los casos, las 60 personas cautivas por la secta no conocían la luz solar y permanecían en condiciones paupérrimas en habitaciones que parecían celdas en siete plantas de una especie de bunker con forma de laberinto, publicó el diario La Nación.
El líder de la secta, Faisrajman Satarov, será investigado ahora por imponer durante años "un Estado con sus propias normas".
El anciano de 83 años está acusado de reclutar niños y adultos y de obligarlos a cumplir sus órdenes además de entregarles todos sus recursos financieros, según informó el matutino.
"El estado de los chicos es satisfactorio. Todos fueron alimentados (por la secta), aunque estaban muy sucios", dijo la directora de uno de los hospitales donde permanecen los chicos.