AMSTETTEN - Mientras las pruebas de ADN confirmaron que Josef Fritzl, el hombre que secuestró a su hija durante 24 años, es el padre de los seis hijos de esta mujer, la justicia intenta dilucidar que motivos impulsaron al "monstruo de Austria" a cometer una atrocidad que figurará durante décadas en los libros de psiquiatría. Las primeras fotos que empiezan a difundirse del refugio subterráneo donde Fritzl son aterradoras si se piensa que en esos poco más de 30 metros cuadrados la pobre Elisabeth estuvo más de dos décadas secuestrada, soportando las vejaciones de su padre. Los tres hijos de la mujer que estaban con ella en la prisión subterránea no conocían la luz solar y jugaban en un pequeño cuarto de tres metros por dos, con paredes con parte de corcho, para que algún grito o ruido fuera percibido por la esposa o los otros hijos de Fritzl.
"Las pruebas de ADN aportaron la prueba decisiva de que los seis hijos que Elisabeth (Fritzl) dio a luz son del mismo padre. Estamos hablando de Josef Fritzl, de 73 años", dijo a la prensa el jefe regional de policía, Franz Polzer. Fritzl, vale señalarlo, había negado en primera instancia ser el padre de los hijos de su hija, pero lo confesó el lunes admitiendo incluso que uno de los pequeños murió a poco de nacer.
El juez mantuvo el martes bajo fuerte custodia a Fritzl, que había sido trasladado el lunes desde Amstetten (este de Austria), donde había sido retenido por la policía para ser interrogado, a un tribunal cerca de la vecina localidad de St Poelten. Tras su comparencia ante el magistrado, Fritzl pasó a detención provisional por un periodo inicial de dos semanas prorrogable según las necesidades de la investigación.
Por su parte, los austríacos se preguntan cómo Josef Fritzl alimentó a Elisabeth y a sus tres hijos también cautivos, cómo nacieron y fueron cuidados los niños en un sótano sin ventanas o cómo fue posible que la esposa del detenido, Rosemarie, no estuviera al corriente de lo que pasaba en su propia casa. Los otros tres hijos habían sido adoptados por Josef Fritzl y vivían con éste y su esposa. Al parecer, Rosemarie nunca sospechó nada de la doble vida de su marido. Le creyó en 1984, cuando le contó que Elisabeth había caído en las redes de una secta y, posteriormente, cuando le explicó que los tres hijos habían sido abandonados por su madre - cada uno con varios años de diferencia - en la entrada de su domicilio. Polzer confirmó que nada indica hasta el momento que la esposa fuera cómplice de los hechos.
La sexta hija, Kerstin, de 19 años, que vivía junto a su madre y dos de sus hermanos en el sótano, se encuentra ingresada desde el 19 de abril, aquejada de una misteriosa enfermedad. Su hospitalización fue lo que permitió a las autoridades destapar el drama.
"Una confesión y mil preguntas", titulaba el martes el diario Kurier, señalando que la "doble vida de Josef Fritzl esconde todavía muchos secretos". "Nadie sospechó nada y las confesiones dejan muchas preguntas sin respuesta", según el rotativo Salzburger Nachrichten, que apuntó a la indiferencia de los austriacos para explicar en parte una tragedia semejante en una pequeña ciudad de provincia. Para el Der Standard, "choca el hecho de saber que" durante tantos años "los vecinos no supieron ni vieron nada, pese a admitir (ahora) ante las cámaras de televisión que habían tenido la impresión de que algo raro sucedía". El editorial critica además a los austríacos, que, en general, sólo se preocupan por lo que pasa en su entorno cuando se trata de "preservar el orden y la calma".
Fuente: AFP y DPA