Al menos 21 personas murieron, entre ellas un vigilante penitenciario, en un motín e intento de fuga masiva en una prisión de la ciudad amazónica de Belém, en el norte de Brasil, por el "intenso intercambio de tiros" con los agentes, informaron este martes autoridades. Los hechos ocurrieron a inicios de la tarde en el complejo de prisiones de Santa Izabel, cuando el grupo de internos trataba de huir con apoyo de hombres "fuertemente armados" en las afueras del centro, precisó la Secretaría de Seguridad del estado de Pará en un comunicado.
"En ese intento de rescate fueron usados explosivos contra uno de los muros" de un pabellón, aseguró la policía. Fue en ese momento cuando se desató "un intenso intercambio de tiros entre el equipo que realizaba el intento de rescate en apoyo externo, parte de los custodiados y el equipo del Batallón Penitenciario".
Además del agente fallecido, "está confirmada la muerte de otras 20 personas, entre presos e integrantes del grupo criminal de rescate" que aún deben ser identificados, precisó la secretaría.
La dependencia, que asegura que los presos también estaban armados, informó que un equipo táctico especial de la Policía Militar fue enviado a reforzar la seguridad del complejo sin que se pueda determinar aún si hay internos fugados. Otros cinco agentes de seguridad resultaron heridos, uno de ellos en estado grave.
Imágenes de televisión mostraban escenas espeluznantes, donde se veían varios cuerpos tendidos en el césped que rodea al presidio, en la zona metropolitana de Belém. Hasta el momento fueron decomisados dos fusiles, tres pistolas y dos revólveres a los criminales que estaban fuera del centro penitenciario.
Las autoridades ya iniciaron las investigaciones para determinar los grupos criminales que participaron en este episodio. Los hechos ocurren después de que 12 personas fueran asesinadas el lunes en menos de cinco horas en la violenta Belém, poco después del asesinato de un policía militar.
Brasil es uno de los países más violentos del mundo, con alrededor de 60.000 homicidios al año, y sus prisiones son parte de ese escenario sanguinario. La superpoblación en unos penales muchas veces insalubres es vista por los expertos como el caldo del cultivo ideal para el dominio de las bandas, que tienen en los presidios sus centros de operaciones.
El gigante latinoamericano suma la tercera mayor población carcelaria del mundo con 726.712 presos, según los últimos datos oficiales de junio de 2016. La cifra casi duplica la capacidad penitenciaria del país, calculada en 368.049 cupos para 2016.
El comienzo de este 2018 estuvo marcado por choques en varios centros penitenciarios, con motines como los que dejaron nueve muertos, algunos decapitados, en una prisión de Goiania (centro-oeste) o el que se saldó con diez fallecidos en Ceará (noreste). Pero una de las masacres más graves, con 56 muertos, ocurrió en enero de 2017 en un complejo de la amazónica Manaus (norte). Desde el año pasado, cuando se agudizó la crisis carcelaria, la guerra entre grupos rivales en los presidios brasileños ha dejado más de 100 fallecidos.