
Un atolón en una isla de coral que deja formada una gran laguna en su interior. Quizás el atolón más famoso sea el de Bikini. Entre 1946 y 1958 se realizaron en esa isla perdida del Océano Pacífico más de veinte pruebas nucleares; prefirieron el secreto y la lejanía porque el arma era demasiado reciente y poderosa y no se conocían bien sus efectos. Pocos días después del primer test atómico, un ingeniero francés presentó un traje de baño diminuto y atrevido. Con un adecuado sentido de la publicidad, le puso el nombre de esa isla lejana donde se hacían los experimentos que todo el mundo comentaba. Era tan diminuto y atrevido que ninguna modelo quería exhibirlo; finalmente tuvo que contratar a una bailarina nudista de París. En Estados Unidos, país más conservador, la bikini no tuvo éxito hasta fines de la década de 1950, cuando llegaron las películas de Brigitte Bardot; a partir de entonces invadieron los cines, las series de televisión y las tapas de las revistas. Algunos diccionarios prefieren escribir biquini porque consideran que de esa manera suena más castiza; por otra parte, a veces la palabra se la usa en femenino y a veces en masculino. Queda claro que las dos letras iniciales bi no son un prefijo; sin embargo así se lo interpreta cuando se presentan monokinis (es decir, trajes de baño que prescinden de la parte superior) o trikinis.
(En la imagen: Ursula Andress sale del mar con dos caracolas mientras James Bond la espía desde los matorrales. En El satánico Dr. No, de Terence Young, 1962.)

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