En la mitología griega, los gigantes eran hijos de Urano y Gea, es decir del cielo y la tierra, y nacieron cuando la sangre de Urano fue derramada por la crueldad de su hijo Cronos. Los gigantes eran enormes, de aspecto aterrador y fuerza casi invencible. Luego de terribles y extensas luchas, fueron exterminados por Zeus. La palabra griega para referirse a esos seres de tamaño colosal pasó al latín y luego al francés, y de allí llegó a nuestro castellano. En principio para referirse a cualquier monstruo de estatura descomunal; pero también, quizás porque los monstruos no son tan frecuentes hoy en día, a toda cosa que excede por mucho su tamaño habitual. Así, un tomate gigante tendrá el tamaño de una pelota de fútbol, y una hormiga gigante se parecerá a un escarabajo. De aquella palabra griega también se originó un prefijo muy visto hoy en día. Un kilo equivale a un uno seguido de tres ceros; un mega equivale a un uno seguido de seis ceros. Un giga equivale a un uno seguido de nueve ceros. En informática vemos ese prefijo muy asiduamente; la memoria de almacenamiento de nuestros teléfonos y nuestras computadoras se mide en gigabytes, o para abreviar en gigas, y es un nombre que suena correcto, porque sentimos que en su interior puede haber muchas cosas.
(En la imagen, Jack Black despierta rodeado por multitud de diminutos liliputienses. En Gulliver's Travels, de Rob Letterman, 2010.)